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Piroska Csúri
Piroska Csúri es Doctora en Lingüística y Ciencias Cognitivas (Brandeis University, EE.UU.), su trabajo indaga la fotografía como dispositivo social y su impacto sobre la cultura visual. Investiga la construcción social del estatus de la fotografía como evidencia en diversos ámbitos sociales y su relación con distintas concepciones de la “objetividad”. Se especializa en el rol de imágenes fotográficas en las ciencias naturales y su uso como fuentes en las ciencias sociales. Sus intereses también se extienden a la representación fotográfica del cuerpo humano en imágenes de la violencia (fotografías de linchamientos) e imágenes del cuerpo desnudo (eróticas o médicas). Ha recibido becas de investigación de la Fundación Antorchas y de la Biblioteca de la Universidad de Princeton, actualmente es profesora de cátedra de la Universidad de San Andrés y dicta clases de posgrado en la Facultad de Diseño y Arquitectura, Universidad de Buenos Aires.
Mercedes García Ferrari
Mercedes García Ferrari es Licenciada en Cs. Sociales y Humanidades por la Universidad Quilmes, Magíster en Investigación Histórica y Doctora en Historia por la Universidad de San Andrés (Argentina). También realizó estudios de fotografía en la New England School of Photography (EE.UU.) Es investigadora-docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento (Argentina). Ha sido becaria de la ANPCYT y del programa Sephis del Internantional Institute of Social History (Países Bajos). Se especializa en historia de la identificación humana, historia de la policía e historia de la fotografía. Entre sus publicaciones se encuentran el libro Ladrones conocidos/ sospechosos. Identificación policial en Buenos Aires, 1880-1905, Buenos Aires, 2010 y diversos artículos y capítulos en volúmenes colectivos.
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Piroska Csúri – Mercedes García Ferrari ; «Ciencia y cultura visual» . En Caiana. Revista de Historia del Arte y Cultura Visual del Centro Argentino de Investigadores de Arte (CAIA). N° 5 | Año 2014 en línea desde el 4 julio 2012.
Representaciones visuales de distintos tipos y de técnicas diversas han acompañado el ejercicio de la ciencia desde sus orígenes. Lejos de ser meras ilustraciones para embellecer los textos científicos, las imágenes se han vuelto inescindibles de la práctica científica: como una herramienta de registro de observaciones, una representación de hipótesis y teorías, instrumentos de razonamiento o como visualización de resultados. En un recorrido histórico del desarrollo de las ciencias, las imágenes reflejaron los cambios en las temáticas de interés, los objetos y objetivos de la indagación, los recursos aplicados al proceso de descubrimiento y los diversos modos de razonamiento. En particular, las imágenes participaron integralmente del surgimiento y maduración del método científico experimental tanto en términos generales como en la especificidad de las distintas ramas de la ciencia que fueron formando su identidad. De tal modo, el análisis de las representaciones visuales de la práctica científica históricamente situada abre una ventana privilegiada al proceso de construcción social de la significación de las imágenes. El estudio de imágenes científicas, por lo tanto, contribuye al conocimiento de la cultura visual de los determinados contextos y ámbitos socio-históricos específicos.
Desde esa perspectiva, el estudio de las representaciones científicas permite indagar diversos factores tanto tecnológicos como culturales subyacentes. En primera instancia, la producción de imágenes en la ciencia se arraiga en las tecnológicas visuales disponibles en cada período. No obstante, especialmente en épocas más recientes, las necesidades de la ciencia han constituido un motor para la innovación en tecnologías visuales, tanto en la producción como en la reproducción de imágenes. Con la creciente difusión de textos científicos en distintos soportes, el impacto de la imagen científica sobre la cultura visual general se fue fortaleciendo a medida que adquiría una especificidad cada vez mayor con respecto a representaciones visuales de otros ámbitos sociales. Este dossier reúne trabajos que abordan distintos aspectos de esa cultura visual científica en su desarrollo histórico.
El progreso de las tecnologías de impresión de imágenes acompañó a partir del siglo XV la creciente comunicación entre los científicos que incursionaban en las distintas ramas emergentes de las ciencias de la naturaleza (astronomía, física, química, botánica, medicina, etc.). En la modernidad temprana, la descripción del cosmos, ocupó un lugar central en las indagaciones acerca del mundo, su estructura y su naturaleza, y dio pie a obras maestras como los textos de Nicolás Copérnico, Tycho Brahe y Galileo Galilei. El texto de Andrea Meza Navarro en este dossier analiza desde el punto de vista de la cultura visual distintas ediciones en lengua española de la Cosmographicus liber de Petrus Apianus. Este tratado, basado en el modelo geocéntrico de Ptolomeo, fue reproducido en decenas de ediciones en distintos idiomas a lo largo de varias décadas del siglo XVI, al mismo tiempo que en Europa ya avanzaba la revolución copernicana.
A partir del giro humanista del Renacimiento, la imagen del cuerpo humano se convirtió en otra temática principal de la representación científica. Sin embargo, el interés en la anatomía humana sobrepasaba ampliamente los límites de una indagación meramente teórica. Como parte del giro humanista que también introdujo un sistema de representación en perspectiva, el cuerpo humano se volvió en un objeto central de representación visual para las artes. Por lo tanto, durante varios siglos, la ilustración anatómica se desplegó entre las bellas artes y la emergente profesión médica. En su texto Fabio Cafagna examina, a partir del estudio de manuales de anatomía de los siglos XVIII y XIX en Italia, algunas de las discusiones centrales vinculadas con la representación del cuerpo humano: cómo plasmar fielmente a través de distintas técnicas las emociones, el cuerpo en movimiento y su vitalidad.
Los viajes de exploración alrededor del mundo han sido, de manera directa o indirecta, una fuente inagotable de representaciones visuales. Como parte de una apropiación simbólica de tierras lejanas, los viajeros proveyeron sus testimonios como materia prima para la publicación de textos diversos. En ocasiones los autores acompañaban sus textos con imágenes pero, en particular en las primeras experiencias de exploración, las representaciones visuales frecuentemente se producían a partir de sus descripciones lingüísticas. La recepción decimonónica en Hungría de representaciones e imaginarios visuales acerca del continente australiano es el objeto de indagación del artículo de Ildikó Sz. Kristóf. Los diversos textos de viajes a ultramar, materiales constituyentes de los orígenes de la antropología y la etnografía, originaron un entramado intrincado de intertextualidad que cruza las fronteras entre la descripción textual y la representación visual.
Las expediciones científicas que se multiplicaron a partir del siglo XVIII producían conocimientos obtenidos y comunicados de un modo más sistemático, combinando ya de manera explícita lo textual con lo visual. En su trabajo, Ermelinda Moutinho Pataca pone su lupa sobre representaciones visuales producidas por la campaña de exploración científica lusa Viagem Filosófica (1783-1792) por el río Tocantins, en Brasil. Más allá de imágenes de la flora y fauna amazónicas, estos viajes produjeron conocimientos sumamente prácticos, como por ejemplo mapas hidrográficos, herramientas fundamentales para la ocupación efectiva del territorio.
El invento de procesos fotográficos en el siglo XIX posibilitó la mecanización de la captura de imágenes, a la vez que potenció las pretensiones de objetividad de la ciencia. Para la sociedad de la época, el aparato de la cámara encarnó la idea misma del progreso al aplicar los avances de la industrialización a la producción de imágenes. Asimismo, el surgimiento de nuevas disciplinas como la antropología, etnología, arqueología, geografía, y criminología diversificó y amplió los usos posibles de la imagen. A medida que las flamantes ciencias sociales se prestaron como dispositivos al servicio del poder y el control social en sus distintas formas, los vínculos entre imagen y ciencia se complejizaron aún más profundamente.
Las distintas tecnologías derivadas de la imagen fotográfica dieron un salto cualitativo con el invento de la cronofotografía a fines del siglo XIX al permitir realizar un antiguo anhelo: representar en imágenes el transcurrir del tiempo. Agustina Pérez Rial y Cristina Voto dirigen su atención al uso de la imagen en movimiento en la representación de la otredad. Exploran su utilización como dispositivo de aprehensión metonímica del espacio colonizado partiendo de las indagaciones etnográficas de Félix-Louis Regnault. La comparación de estos trabajos tempranos con una producción audiovisual actual, la película Reassamblage de Trinh T. Min-ha, permite a las autoras deconstruir los topoi en la representación del otro colonizado que surgieron a partir de la ciencia decimonónica.
Con el avance del método científico y su inserción en el aparato estatal, conocimientos sobre la población se volvieron centrales para la administración del Estado. En particular el desarrollo de herramientas matemáticas y estadísticas permitió tanto la cuantificación de los procesos sociales como la planificación estratégica. El texto de Claudia Jorgelina Daniel somete a un estudio novedoso los gráficos que acompañaban los textos demográficos y económicos producidos en la Argentina a partir de finales del siglo XIX. Este artículo introduce una problemática actualmente vigente: la necesidad de utilizar representaciones visuales para la difusión de datos científicos hacia un público diverso tanto experto como lego.
Los textos de este dossier recorren distintas aristas del surgimiento de una cultura visual científica. Al representar una variedad temática y metodológica, brindan al lector un sugerente panorama para aproximarse a la problemática de la compleja relación entre imagen y ciencia.