Mariano López Seoane

Donde está el peligro. Estéticas de la disidencia sexual

Rosario, Beatriz Viterbo, 2023, 338 páginas, ISBN: 978-950-845-430-0

Lucía ÁlvarezCentro de Investigación en Arte y Patrimonio, Escuela de Arte y Patrimonio, Universidad Nacional de San Martn-Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

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> autores

Lucía Álvarez

orcid logo https://orcid.org/0000-0003-0646-5370

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Es profesora en Historia de las Artes con orientación en Artes Visuales por la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de La Plata. Es doctoranda del Doctorado en Historia del IDAES. Es Becaria Interna Doctoral del CONICET y se desempeña como docente de la Facultad de Artes. Sus líneas de investigación se focalizan en las intersecciones entre historia del arte, desobediencias sexuales y televisión a partir de la figura de Federico Klemm entre principios de la década del noventa e inicios de la década del dos mil. Forma parte de la Cátedra Libre Prácticas Artísticas y Políticas Sexuales de la UNLP. Integra la Cooperadora de Poesía del Club de la Pintura, en la ciudad de La Plata.





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Lucía Álvarez; “Mariano López Seoane, Donde está el peligro. Estéticas de la disidencia sexual, Rosario, Beatriz Viterbo, 2023, 338 páginas, ISBN: 978-950-845-430-0”. En caiana. Revista de Historia del Arte y Cultura Visual del Centro Argentino de Investigadores de Arte (CAIA). N° 24 | Segundo semestre 2024, pp. 130-133

Mientras leía Donde está el peligro: estéticas de la disidencia sexual se produjo el triple lesbicidio que se cobró las vidas de Pamela Cobas, Roxana Figueroa y Andrea Amarante. Si bien es cierto que el régimen político de la cis heterosexualidad erige una amenaza permanente contra las vidas descarrilladas de su norma, es en el contexto de un proyecto estatal de restauración hétero cis (Otra Parte, 16 de mayo de 2024) que estas formas de violencia encuentran salvoconductos institucionales y avales sociales en los que intensificar su capacidad de producir daño. Es, entonces, desde la emergencia de un presente amenazante que el libro de López Seoane elabora una intervención crítica capaz de agitar la pregunta sobre cómo la disidencia sexual inventó estrategias sensibles y estéticas para intoxicar los mundos que la cis heterosexualidad volvió y vuelve posibles y vivibles.

La “experiencia pedagógica intensa” (p. 9) de la que el libro es un precipitado y un esfuerzo de traducción es quizás uno de los vértices más interesantes del proyecto que publicó la editorial rosarina Beatriz Viterbo a principios del año 2023. Cada capítulo reformula las notas que López Seoane utilizó en el seminario Estéticas de la disidencia sexual, que dicta en la Maestría en Estudios y Políticas de Género en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Este registro de escritura, en el que permanece el rastro de la oralidad y la complejidad de intervenir en un contexto de aprendizaje, es especialmente valioso en tanto revisita la potencia de las clases como laboratorios donde la formulación teórica se expresa de modos diferenciales, a veces conflictivos o dificultosos, pero siempre al candor de una experiencia en común.

En el primer capítulo, “Derroteros de lo queer”, el autor repasa parte de la actividad de la organización queer Act Up, formada en 1987 en los Estados Unidos, al calor de la crisis del sida, el desamparo neoliberal de las vidas seropositivas y la proliferación de modelos de subjetivación basados en la estabilización identitaria. El estilo político del colectivo, basado en la vindicación de afectos rabiosos y la interseccionalidad, será, a su vez, una arista desde la cual López Seoane desgaje lo que lo queer designó históricamente, oscilando entre su irreverencia activista y los efectos de su asimilación académica a los que asistimos actualmente, y que el libro problematiza reconstruyendo una genealogía urgente de los usos de ese apelativo.

El segundo capítulo, “¿Queer antes del gay? Radicalización de las disidencias sexuales”, retrocede hasta la década del sesenta y encuentra la extrañeza de lo queer y su promesa de futuridad en las publicaciones y piezas gráficas producidas por el Third World Gay Revolution (Nueva York) y el Frente de Liberación Homosexual (Argentina). López Seoane indaga en la vibración utópica de las imágenes y consignas producidas por estos movimientos –emparentados con las formas de imaginación anticoloniales– interpretando las maneras en que estos alteran la fórmula del había una vez pronunciando, en su lugar, un habrá una vez a partir del cual imaginar futuros donde las normas sexo-genéricas del régimen cis-heteropatriarcal sean desprogramadas.

El lugar minorizado que mayoritariamente ofrecen las ciencias sociales a las imágenes es una dimensión que el libro problematiza en abundancia, refiriéndose a la capacidad de aquellas de embriagar la imaginación política, metáfora que interrumpe el sentido ilustrativo normalizado para lo visual.

El tercer capítulo, “Sexo, drogas y experimentación estética. Contracultura y disidencia sexual”, indaga en las políticas sexuales elaboradas por la contracultura de las décadas de los sesenta y setenta. La reprogramación subjetiva vía el escape hacia culturas y mundos presumidamente incontaminados o la intoxicación química del cuerpo, marcan los caminos de una percepción sobre la que pesa el imperativo de ser aclarada o distorsionada respectivamente. En los materiales culturales producidos a partir de estados temporales alterados por el consumo de sustancias, advierte López Seoane la posibilidad de resquebrajar los marcos temporales mayoritarios de la familia y de la adultez, y de reapropiarse de los territorios imaginarios sobre los que avanza la voracidad del capitalismo contemporáneo.

En el cuarto capítulo, “La persistencia del Camp”, el autor ensaya una lectura incisiva del ensayo clásico de Susan Sontag, Notas sobre lo camp (1964), retomando la práctica anglosajona del close reading y el reading como lectura “cuerpo a cuerpo” (p. 186) que forma parte de la cultura Ballroom, por lo que la propuesta incorpora la posibilidad de leer esas notas “con la atención amorosa y maliciosa, del ojo de la loca” (p. 188). En su capacidad de recodificar los códigos sociales heteronormativamente coordenados, el camp cobra la cualidad de una suerte de imaginación política descocada, capaz de deshacer la seriedad heterosexual mediante la carcajada que interrumpe una situación trágica o la voz que aísla segmentos de un material cultural y los repite analógicamente para prolongar ese instante de goce. En ese sentido, la lectura que se retarda elabora, también, una política descocada: ¿será que arder indefinidamente con un texto produce una forma de temporalidad queer?

El quinto capítulo, “Breve historia del cine de la disidencia sexual”, construye distancia respecto de una perspectiva basada en las representaciones de las experiencias lgbttiq+ en la pantalla grande, para plantarse en la manera en la que estas comunidades trabaron relación con el cine a partir de sus códigos, formas de vida en común y parentescos extraños. Descocar el cine clásico desde formas de recepción camp, hacer de la hipérbole “un principio de desnaturalización” (p. 239) de las normas heterosexuales, se cuentan entre los procedimientos por los que estas comunidades tuercen las narrativas mayoritarias y permiten, incluso, imaginar una escritura descocada de la historia.

El sexto capítulo, “Cuando el género es un fuego. Avatares y ambivalencias del drag”, interroga el significado de la disidencia drag en el marco de su progresiva mercantilización a partir del documental de Jennie Livingston Paris is burning (1991), retomando los comentarios críticos de Judith Butler y bell hooks. Aparece aquí la inquietud por lo que traiciona la mira curiosa de lx historiadorx o lx documentalista cuando traba contacto con las experiencias de la disidencia sexual, una pregunta pasible de interpelar a todo proyecto histórico cuir.

El séptimo y último capítulo, “Peligro y salvación. La disidencia sexual aquí y ahora”, continúa la pregunta por la capacidad crítica e insurreccional de la disidencia sexual en tiempos de normalización y codificación brillante y neoliberal de su descoque. El autor propone entender a la disidencia como “un modo de uso que adquiere su valor crítico en la relación que plantea con su presente histórico geolocalizado” (p. 306) relevando la significatividad del Grupo de Acción Gay en el trazado de políticas sexuales que otorgaron un linaje al activismo local. En ese sentido, recapitula su hipótesis: “la disidencia es algo que ya fue” (p. 16), proponiendo que sólo una lectura anclada en sus condiciones históricas de posibilidad puede arrastrar sentidos e imágenes que relampagueen en un instante de peligro presente.

Las últimas páginas trasuntan el “Tao del arte” (1997) del artista, gestor y activista argentino Jorge Gumier Maier. En la encarnizada prédica de ese manifiesto por la conservación del misterio del arte y su pronunciamiento “contra la captura historiográfica” (p. 325) de aquel, ebulle un proyecto histórico cuir que haga lugar al sentido incapturable de la disidencia sexual, a su indeterminación y a su extrañeza. Preservar esas zonas de misterio y dar envión a la escritura de un proyecto descocado hacen de Donde está el peligro: estéticas de la disidencia sexual una lectura que se expone a la vibración utópica de esas vidas y sus estéticas, haciendo resonar su promesa ruidosa: ofrecer un futuro con mundos más vivibles y saberes más enloquecidos.