Ilustraciones en la construcción de la araucaria ornamental

Illustrations in the Construction of Ornamental Araucaria

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> autores

Camila Medina Novoa

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Candidata a doctora en el Institute for Landscape and Urban Studies (LUS), ETH Zürich. Arquitecta y Magíster en Arquitectura del Paisaje de la Universidad Católica de Chile. Cofundadora del Colectivo LOFscapes (2015-21), se desempeñó como editora principal de su libro “Paisaje no es Naturaleza. Landscape is not Nature” publicado en 2020 por ediciones ARQ. Dentro de sus próximas publicaciones se encuentra “Civilized” Pleasures in the Peruvian Amazon (c. 1830) que será publicado durante el año 2024 en gta Papers (Suiza).

Recibido: 11 de diciembre de 2023

Aceptado: 18 de junio de 2024





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> como citar este artículo

Camila Medina Novoa; “Ilustraciones en la construcción de la araucaria ornamental”. En caiana. Revista de Historia del Arte y Cultura Visual del Centro Argentino de Investigadores de Arte (CAIA). N° 24 | Segundo semestre 2024, pp. 63-74

> resumen

Las ilustraciones fueron centrales para la construcción y difusión del conocimiento moderno sobre la naturaleza durante los siglos XVIII y XIX. La producción de dibujos y grabados del mundo vegetal facilitó su clasificación y ordenamiento, ayudando a distinguir posibles usos y, con ello, su potencial comercialización, ya sea agrícola u ornamental. En el caso de las especies ornamentales —e inspirado en el trabajo de la historiadora del arte Daniela Bleichmar— este artículo se centra en la especie Araucaria araucana, nativa del Cono Sur y muy popular en los jardines británicos del siglo XIX, para iluminar el rol de las ilustraciones en la apropiación de especies exóticas por parte del Imperio Británico.

Específicamente, este artículo analiza las imágenes del libro Arboretum et Fruticetum Britannicum, del botánico y diseñador de jardines John Claudius Loudon, publicado en los años 1838 y 1844 en Londres. Convencido del valor de las especies exóticas en la jardinería moderna, Loudon utiliza cuatro tipos de imágenes para incentivar su uso: ilustraciones botánicas, retratos, signos y paisajes. Cada una de estas representaciones dialoga con prácticas científicas y con una visión sobre la jardinería, transformando a través de un lenguaje visual a la araucaria en árbol ornamental.

Palabras clave: Araucaria araucana (A. imbricata), ilustraciones, jardinería, botánica, árbol ornamental

> abstract

Illustrations were central to the construction and dissemination of modern knowledge about nature during the eighteenth and nineteenth centuries. The production of drawings and engravings of the plant world facilitated their classification and ordering, helping to distinguish possible uses and, thus, their potential commercialization, whether agricultural or ornamental. In the case of ornamental species, this article focuses on the Araucaria araucana species, native to the Southern Cone and very popular in British gardens in the 19th century. Inspired by the work of art historian Daniela Bleichmar, the aim is to illuminate the role of illustrations in the appropriation of exotic species by the British Empire.

Specifically, this article analyzes images from the book Arboretum et Fruticetum Britannicum, by botanist and garden designer John Claudius Loudon, published in the years 1838 and 1844 in London. Convinced of the value of exotic species in modern gardening, Loudon uses four types of images to encourage their use: botanical illustrations, portraits, signs, and landscapes. Each of these representations are in dialogue with scientific practices and with a vision of gardening, transforming the araucaria into an ornamental tree through a visual language.

Key Words: Araucaria araucana (A. imbricata), illustrations, gardening, botany, ornamental tree

Ilustraciones en la construcción de la araucaria ornamental

Illustrations in the Construction of Ornamental Araucaria

La araucaria y las dinámicas imperiales

La Araucaria araucana (Araucaria imbricata en el siglo XIX, Pehuén en mapuzungun y Monkey puzzle en inglés) es una especie arbórea que sólo crece de forma natural en las laderas andinas del sur de Chile y Argentina, y en la Cordillera de la Costa de Chile. Es reconocida por su altura de hasta 50 metros y longevidad de hasta aproximadamente mil años. El bosque de Araucaria araucana no se compone por una asociación vegetal exclusiva, priorizando condiciones ambientales adecuadas para su desarrollo, como el buen drenaje de los suelos y exposición a luz solar.[1]

Consecuentemente, la especie puede encontrarse en paisajes de altura junto a festucas o en diferentes comunidades, como la del Nothofagus pumilo en suelos volcánicos y Nothofagus dombey en áreas más húmedas.[2] Estos bosques están profundamente ligados al pueblo Mapuche-Pehuenche, donde recolectan la semilla del Pehuén, llamada piñón, y otras fuentes de alimento y salud, como hongos y hierbas medicinales. Como explica Elisa Loncon, académica, lingüista y activista mapuche, el ecosistema de bosques—como el de la araucaria—participa de “la interdependencia de la vida en la Tierra”, filosofía mapuche que entiende a la Naturaleza como una entidad compuesta por seres corpóreos e incorpóreos. Al igual que los cerros, las cascadas, las rocas, los ríos, las estrellas y la luna, los bosques son tanto centros de diversidad ecológica como espiritual, no pertenecen al hombre y por lo tanto hay que proteger por respeto y como acto de reciprocidad con la Madre Tierra.[3]  En otras palabras, para la cultura Mapuche, la Naturaleza no es un conjunto de elementos individualizables, sino una serie de cuerpos de interconexiones que dependen unos de otros. A diferencia de la cultura occidental decimonónica, la humanidad no es entendida como una autoridad sobre la naturaleza y, por lo tanto, no se puede apropiar de, por ejemplo, superficies de tierra o bosques.

Los procesos de colonización impusieron técnicas para la generación de conocimiento y administración de la Naturaleza basadas en la dominación. Por ejemplo, los naturalistas fragmentaron y recompusieron la naturaleza en textos descriptivos, herbarios, dibujos y jardines botánicos para generar conocimiento útil, ya sea con fines productivos u ornamentales. Al extraer, disecar y experimentar con plantas, se violentó cuerpos botánicos,[4] su materia, sistemas biológicos y relaciones simbióticas, incluyendo las sostenidas con comunidades indígenas. Otro ejemplo es el monocultivo. Como explica Jason W. Moore, la intensa producción agrícola en las colonias bajo la lógica del capitalismo condujo a la expansión de la llamada “frontera de las mercancías” y, por tanto, a la degradación ecológica y social. En otras palabras, tras el agotamiento del suelo, los explotadores trasladaban las prácticas agrícolas a las tierras no mercantilizadas desplazando la frontera entre lo agrícola y lo salvaje.[5] Lamentablemente, éstas y otras prácticas fueron replicadas por las naciones independientes como la de Chile, e impuestas en los territorios Mapuche, haciendo de la araucaria una especie vulnerable con alto riesgo de extinción. En la actualidad, como expone un análisis del Gobierno de Chile (2017), los hábitats de la araucaria se ven perturbados y transformados por el eucalipto y el pino, el aumento de los incendios, la fauna exótica y la normativa del suelo que fomenta la agricultura y el pastoreo.[6] Para evitar la extinción del Pehuén y respondiendo a su gran valor cultural, la especie fue declarada Monumento Natural en Chile durante la segunda mitad del siglo XX.

Pese a su fuerte participación en la identidad gráfica nacional, la Araucaria araucana suele confundirse con la especie Araucaria angustifolia, originaria de Brasil. Esta especie fue trasplantada a Chile durante el siglo XIX, participando del catálogo de especies de 1884 y 1893 del centro de aclimatación, escuela agrícola y parque público Quinta Normal de Agricultura.[7] Si bien ambas especies de araucaria son similares en apariencia y tienen un origen genético común, su adaptación al clima varía significativamente. La A. angustifolia crece en climas subtropicales, permitiendo su buen desarrollo en la zona central de Chile, mientras que la A. araucana prospera en los bosques templados subantárticos y, por lo tanto, se encuentra adaptada al frío y la nieve. La capacidad de la Araucaria araucana de sobrevivir a las heladas permitió su popularización como especie ornamental en el jardín inglés. Sumada a esta adaptación climática, la rareza de su forma y de sus partes, así como su escasez en viveros, la convirtieron en un objeto de deseo y “símbolo ostentoso de la segunda mitad del siglo XIX”.[8] Con gran participación en las discusiones públicas impresas sobre conocimiento botánico y hortícola, la araucaria fue no sólo descrita en texto sino también ilustrada.

Ilustraciones y objetos vegetales

La aparición de la Araucaria araucana en revistas, diarios y libros de jardinería, botánica y viajes es diversa, incluyendo su clasificación taxonómica, descripciones botánicas, ofertas de viveros, preguntas y respuestas sobre su manejo y recomendaciones de uso en jardines, entre otros. Su presencia en los medios impresos era en general escrita, acompañada en algunos casos de ilustraciones. Como método de visualización de la naturaleza, las ilustraciones fueron esenciales para la construcción y difusión del conocimiento durante el siglo XIX. La producción de dibujos y grabados de plantas no sólo facilitó el reconocimiento, nombramiento y clasificación de las distintas especies, sino también su interés ornamental. Para reivindicar la relevancia del dibujo botánico en la historia de la ciencia y de las producciones artísticas, la historiadora del arte Daniela Bleichmar analizó en su libro Visual Empire: Botanical Expeditions & Visual Culture in the Hispanic Enlightenment alrededor de doce mil imágenes de plantas, producidas entre finales de la década de 1770 y principios de 1800 durante las expediciones del imperio español. En ese libro, propone que las imágenes fueron “técnicas clave en los procesos de investigación, ordenación, explicación y posesión —o intento de posesión— de la naturaleza,” con un papel relevante en la producción y circulación del conocimiento en esos años.[9] Los dibujos, en efecto, eran más fáciles de transportar que las plantas vivas. El “proyecto de visualización” de la naturaleza de las colonias permitió así a los poderes políticos y económicos de Europa conocer los nuevos territorios del Imperio a través de la representación de sus componentes naturales. Como explica Bleichmar, funcionaban como avatares para los europeos: tanto para los nuevos exploradores que necesitaban una guía, como para los naturalistas de “escritorio”, facilitando el proceso de clasificación y descripción de las especies.

Los naturalistas seguían códigos para poder construir, comunicar y organizar el conocimiento sobre la naturaleza. Estos códigos fueron denominados por los historiadores de la ciencia Lorraine Daston y Peter Galison como virtudes epistémicas, dentro de las cuales se identifican la búsqueda de lo truth-to-nature o fiel a la naturaleza, una forma de ejercer la objetividad científica moderna. En la práctica, los artistas, bajo estricta supervisión de los naturalistas, no dibujaban una realidad intocada, sino más bien la síntesis idealizada de una especie en particular, cuidadosamente seleccionada, a veces disectada, e incluso torcida, con el fin de facilitar su clasificación e identificación. Daston y Galison vieron en este tipo de representación una manifestación de la visión de la cultura europea que buscaba una expresión visual específica de la perfección basada en la razón.[10] Una de las convenciones pictóricas adoptadas, descritas por Bleichmar, fue dibujar las especies sobre un fondo blanco (no pintado), definido por la historiadora del arte como Global White Space. Al entrar los especímenes como imagen al papel, eran despojados de su contexto, borrando la geografía, los insectos y otras especies, incluidos los humanos. Esta acción, como Bleichmar explica, transformó las plantas en objetos aislados de circulación global, facilitando su comercialización.[11]

En el caso de los árboles, a diferencia de las plantas herbáceas y de menor tamaño, se observan al menos dos maneras en las que se aísla un espécimen: como fragmento o como individuo. La fragmentación se asocia directamente con la práctica del dibujo botánico en donde, literalmente, partes de los individuos eran cortadas para ser representadas con detalle en los campamentos.[12] Los árboles, al ser de mayor tamaño, no podían ser arrancados de raíz y por lo tanto eran ilustrados desde sus partes más reconocibles o relevantes para su identificación, otorgando una escala de aproximación a las especies no alcanzadas en las pinturas de, por ejemplo, escenas pintoresquistas del siglo XVIII. Por su parte, la aislación de árboles como individuos necesita de condiciones adecuadas en terreno para su ejercicio, como visibilidad y distancia, usualmente encontradas en los bordes de los ecosistemas y en especial en el encuentro de bosques con tierras despejadas y en jardines.  En otras palabras, la definición visual del árbol como objeto independiente del bosque depende de su emplazamiento en relación al bosque y su uso productivo u ornamental y, por lo tanto, varía según el contexto cultural, cosmovisión y técnicas en que estos usos se despliegan.

El árbol según J.C Loudon

En el caso de los árboles ornamentales en Inglaterra, dentro de las publicaciones que exponían ilustraciones de individuos se encuentra el libro Arboretum et Fruticetum Britannicum, publicado por el botánico y arquitecto del paisaje John Claudius Loudon en 1838 y reeditado en 1844, al año siguiente a su muerte. La publicación en ocho volúmenes fue pensada para incentivar el uso de especies exóticas en el jardín inglés, compilando y organizando información de todos los árboles y arbustos de Gran Bretaña, nativos y extranjeros, incluyendo a la Araucaria araucana —conocida en ese entonces por el nombre científico de Araucaria imbricata. La publicación tiene una introducción donde se explica el objetivo del libro, instrucciones para su uso y el significado de la simbología utilizada. Como se describe en el prefacio, el libro esperaba motivar a los “caballeros terratenientes” a introducir una gran variedad de árboles y arbustos en sus plantaciones y pleasure-grounds (campos de recreo), ayudando a  “ver de una vez […] el efecto que cualquier árbol dado, adquirible en los viveros británicos, producirá a los diez años de crecimiento; y, en segundo lugar, cuál será su aspecto cuando haya alcanzado su tamaño medio”.[13]  En otras palabras, esta publicación es una guía que combina conocimiento científico y estético, sin olvidar el factor del tiempo en la expresión física de los árboles, traduciendo texto a imagen para facilitar la comprensión del árbol en su dimensión ornamental. Loudon, de esta manera, propone una metodología de diseño donde primero se investiga desde las figuras —síntesis visual del carácter de cada especie— para luego componer su desarrollo en el paisaje.

Loudon, en su libro, establece la relevancia de los árboles y su valor para Inglaterra a principios del siglo XIX definiéndolos como “…los ornamentos más importantes que pueden introducirse en un país”.[14] En sus palabras, “[…] no sólo son, en apariencia, los objetos más llamativos y grandiosos de la creación vegetal; sino que, en realidad, son los que más contribuyen a la comodidad y mejora humanas”.[15] Para Loudon, los árboles sustentan la vida civilizada suministrando madera; sin el árbol, el hombre no puede convertirse en agricultor o comerciante.[16] En efecto, durante los siglos anteriores, un gran porcentaje de los bosques de Gran Bretaña había sido despejado para la implementación de actividades agrícolas, consumido para la construcción de barcos y casas, usado como combustible y para la fundición de metales, bases de la civilización occidental.[17] Una de las propuestas de reforestación más relevantes y difundidas fue la publicada por John Evelyn, con la colaboración de Christopher Merret y John Winthrop, en 1664 en su libro Sylva; or, A discourse of forest-trees, and the propagation of timber in His Majesties dominions, reimpreso y reeditado múltiples veces durante los siglos siguientes hasta principios del XX, tanto en Londres como Nueva York. Solicitado por la Marina a la Sociedad Real, el documento pretende incentivar la preservación y plantación de robles y otros árboles forestales, de urgente necesidad para la construcción de barcos en ese entonces. Evelyn instó a los terratenientes a plantar en especial sobre terrenos baldíos, ofreciendo un instructivo para el uso de semillas, manejo de suelo, agua y técnicas como el trasplante. Su éxito, según el historiador Beryl Hartley:

[…] puede atribuirse al hecho de que, a la vez que incentivaba a los terratenientes a mejorar sus propiedades con árboles ornamentales y frutales, Evelyn también presentaba poderosos argumentos económicos a favor de la plantación de árboles forestales— un incentivo más para que cumplieran con su deber patriótico.[18]

La influencia de Sylva, cuenta también el historiador, persistió durante el siglo XIX. Nuevas ediciones incorporaron innovaciones como el sistema de clasificación taxonómica de Linneo. Así, John Claudius Loudon no solo tuvo acceso a las palabras de Evelyn, sino que también las hizo parte de sus referencias para escribir Arboretum et Fruticetum Britannicum. “El nombre de Evelyn es bien conocido, como si perteneciera a este siglo” escribe Loudon, concluyendo luego, desde la lectura de Sylva, que la variedad de árboles en el siglo XVII era extremadamente limitada. La variedad, para Loudon, se encuentra en las formas de los árboles, en la diversidad de especies, sus partes y expresión estacional. En sus palabras, el árbol:

[…] es un gran objeto en sí mismo; su audaz elevación perpendicular y su actitud dominante lo hacen sublime; y esta expresión se ve realzada en gran medida por nuestro conocimiento de su edad, estabilidad y duración. Las bellezas características de las formas generales son tan variadas como sus especies; e igualmente lo son la belleza y variedad de las ramificaciones de sus ramas, rocío, capullos, hojas, flores y frutos.[19]

El modern landscape-gardening o jardinería moderna —estilo que promueve J. C. Loudon— depende de árboles exóticos como la Araucaria araucana, porque entregan la anhelada variedad. Como explica en su libro, este estilo es un arte que imita a la naturaleza. En las artes imitativas, según Loudon, “la intención del artista […] no es producir una copia que se confunda con el original, sino mostrar el original a través del medio de una descripción particular del arte; reflejar la naturaleza como en un cristal”.[20] El estilo de paisaje geométrico, dice, compuesto por superficies, formas y líneas artificiales, es tan diferente a la naturaleza que es fácil de reconocer como obra de arte. Sin embargo, ya que el estilo moderno se define por superficies que imitan las ondulaciones de la naturaleza, el jardín podría ser confundido con ésta y, por lo tanto, “depende de árboles foráneos o de variedades mejoradas de los nativos para convertirse en una obra de arte”. Los árboles extranjeros, en ese sentido, serían útiles para evitar la repetición. [21]

Las especies exóticas y su manejo exitoso en el jardín representaban el poder del imperio inglés. Consecuentemente, al igual que Evelyn, Loudon promovió la plantación de árboles como un acto de patriotismo, esta vez incluyendo a los extranjeros: “…es la hermosa obra de la civilización, del patriotismo y de la aventura, primero, recoger estos [árboles] todos en nuestro país, …ella [Gran Bretaña] distribuye sus propios árboles, y aquellos de los que se ha apropiado”.[22] Entender que para J. C. Loudon los árboles son reflejo de la civilización, que, como objetos, tienen belleza por sí mismos, que el conocimiento sobre los árboles aumenta la capacidad de apreciar sus características y que la variedad tiene valor estético, es clave para poder analizar el sistema de representaciones desplegada en su publicación.

La araucaria ornamental, según J. C. Loudon

En Arboretum et Fruticetum Britannicum se distinguen cuatro tipos de ilustraciones: dibujo botánico, y lo que Loudon llama retratos, signos y paisajes. Cada una se puede asociar a una forma de producción de conocimiento científico, a prácticas de jardinería y, en el caso de la Araucaria araucana (A. imbricata), a una etapa etérea del árbol.

Dibujos botánicos

Loudon, en su libro, compila información por cada especie expuesta, haciendo referencia al trabajo de diferentes autores. En el caso de las ilustraciones botánicas cita a Lambert, vicepresidente de la Linnean Society y miembro de diversas organizaciones botánicas a principio del siglo XIX. En A Description of the Genus Pinus (1828) Lambert incluye grabados coloreados, realizados por el artista Weddell, de ramas, hojas, cono y semillas de la especie Araucaria imbricata, desde distintas perspectivas e incluso seccionadas (Fig. 1).[23] A la ilustración la acompaña una descripción en latín (citando a Pavón, botánico español) y una descripción propia, resultado de dos meses de expedición en las montañas de Caramavida y Cordillera de Nahuelbuta, en la actual región de la Araucanía, Chile. Estas detalladas ilustraciones fueron usadas también en The Forest Trees of Britain (1847), donde a la vez el autor, Charles Alexander Johns, cita a J. C. Loudon en la descripción escrita de esta especie.[24] Además de la referencia explícita a los dibujos de Lambert, Loudon dispone ilustraciones de piñones (semillas) y hojas expuestas a escala 1:1, junto con dibujos de línea (sin sombra) de los conos de las tres araucarias que describe, destacando el patrón geométrico que lo organiza (Fig.2). El orden de las partes de la araucaria era una característica distintiva de la rareza y belleza de la especie. Ya había destacado el viajero y botánico alemán Pœppig —hacia 1826— la forma de las araucarias como “extremadamente regular”.[25] El lenguaje visual de la ilustración botánica, sin embargo, no indica la forma del árbol. Muestra en cambio fragmentos de manera muy detallada, similares a las muestras que componen el herbario de Ruiz y Pavón (viajeros de fines del siglo XVIII), ofreciendo información para su clasificación taxonómica. La selección de las partes indica la relevancia de sus estructuras reproductivas y, aunque la araucaria puede ser hermafrodita, la presencia de conos femeninos y masculinos sugiere que el individuo es más bien dos adultos de más de 25 años. La escala de proximidad del dibujo destaca las cualidades táctiles de la especie, las cuales posiblemente afectaron su disposición bajo el estilo de la jardinería moderna. Aislada y central (pero nunca en masa), como una escultura, la araucaria era posible de estudiar y observar en detalle en el jardín, tanto su condición táctil como su forma general, ilustradas en los llamados retratos.

Retratos

Los dibujos botánicos ofrecen una aproximación abstracta y descontextualizada a la especie. A diferencia de estos, los retratos, muestran al árbol en su totalidad y como elemento protagónico de la imagen. En el citado Arboretum et Fruticetum Britanicum (1844) se muestra una ilustración de una Araucaria imbricata de apariencia relativamente joven (Fig.3). Según indica Loudon, el dibujo fue realizado en 1836 en base a la araucaria en Kew Gradens, llevada en 1795 desde Chile al Jardín Botánico en estado de germinación por el botánico Archivald Menzies, cultivada ahí en maceta desde semilla en 1796 y plantada al aire libre en 1806.[26] La ilustración no muestra referencia alguna a la escala. La altura es detallada por escrito en letras pequeñas en un sector de la descripción de la especie denominado “Estadísticas”, donde se indica que la araucaria de Kew Gardens sería la más alta en Londres y sus alrededores hasta aquel entonces. Aun así, con 40 años de edad, el árbol medía tan solo 12 pies de altura (3,6 metros), cuando en otros contextos podría medir seis. Si bien el crecimiento de la Araucaria araucana es lento e irregular, dependiendo de su contexto ecológico, su baja estatura podría responder a los diez años que se mantuvo en maceta. Según Donoso et al. parte de las razones que producen enanismo en las araucarias son los suelos pobres y con escaza profundidad, situación que se da en montañas rocosas, y puede artificialmente producirse en un contenedor.[27] Finalmente, pese a que el dibujo es escaso de detalle, logra exponer el especial orden de las ramas que distingue su forma general, parte de los objetivos del retrato. Consecuentemente, Loudon presenta como imagen representativa de la especie, una que ha sido despojada de sus condiciones ecológicas y ambientales favorables y que no responde al ideal de araucaria “majestuosa.” El retrato se centra en la rareza de la araucaria y es fiel a su posible desarrollo como especie exótica en Londres. En este contexto, las estadísticas ofrecidas sobre la especie y su desarrollo en Inglaterra nos advierten que la araucaria está siendo re-definida como árbol ornamental desde las observaciones y mediciones ejecutadas en el jardín.

Los retratos de araucarias, como tipo de ilustración, no son particulares de la publicación de Loudon. En The British Winter Garden, publicada en 1852, se presenta una ilustración de una Araucaria imbricata en la portada.[28] Ese mismo año, la revista The Midland Florist, describía en una reseña el trabajo de Barron como un tratado práctico sobre las siempreverdes,

[…] que muestra su utilidad general en la formación de la escena del jardín y el paisaje, su modo de propagación, plantación y remoción […] que recomendaríamos a quienes admiran la graciosa belleza del cedro, la majestuosa belleza de la araucaria, la diversa elegancia de juníperos, cipreses, acebos, pinos, etc. […]  y a todos los que quisieran ver los prados, las colinas y laderas, los terrenos de recreo y los jardines de nuestro hermoso país, aún más bellos […][29]

En páginas posteriores, destaca el desafío que implica describir la araucaria en texto para transmitir una idea adecuada de su verdadero carácter. Tratando de acentuar su belleza incomparable, Barron prosigue diciendo: “el perfecto orden y regularidad de sus ramas y hojas le da un encanto que de otra manera no tendría”. [30] Barron, en concordancia con Loudon, cree que las especies exóticas otorgan valor estético al paisaje inglés. En The British Winter Garden, es explícito en describir el valor y rol que tienen los árboles dispuestos aislados en el jardín:

Cuando se selecciona un solo árbol para que permanezca solo, debe poseer suficiente atractivo en forma, tamaño, textura o color, para recomendarlo a nuestra atención, y cuando varias o todas estas propiedades se combinan en el mismo árbol, entonces se convierte en un objeto del más profundo interés.[31]

La disposición aislada de la araucaria, además de por su rareza, fue posiblemente impulsada por su escasez en viveros a principios del siglo XIX. Pese a que se realizaron experimentos de propagación por esquejes —que involucraron discusiones de índole científico en el jardín— la araucaria solo era propagada en viveros ingleses desde semilla y por lo tanto su precio era mayor en términos comparativos. Como elementos de atracción y valor, las araucarias se transformaron en especies de estudio y puntos de referencia para la descripción de otras especies de tipo conífera. Los retratos, así, evidencian la condición de los árboles como migrantes y su percepción como objetos ornamentales, mostrando el valor estético de la forma general de la especie y ofreciendo a su vez un contexto al dibujo botánico.

Signos

Con el fin de dar a conocer de una manera más directa y simple el carácter general de la especie, Loudon propone otro tipo de ilustraciones llamada signos, que representan, posiblemente, la innovación gráfica más relevante de su libro (Fig.4). Los signos, en palabras de Loudon, “pretenden mostrar de un vistazo el hábito general de los árboles o arbustos”. Es decir, la forma en que los árboles crecen. Loudon distingue tres tipos, donde el primero se asocia al género (Genus VI, en el caso de la araucaria), la primera palabra del nombre científico. Este tipo de signo se compone por un rectángulo donde se inscribe un árbol o un arbusto (Fig.5). Este marco hace de los signos comparables en escala y expresión, funcionando como referencia visual. Los 66 signos resultantes establecen una clasificación gráfica basada en la forma de la copa (y por lo tanto de sus ramas), distinguiendo tipos de árboles, arbustos, trepadoras, rastreras, donde incluso representa plantas que parecieran ser rizomáticas. Loudon, así, le otorga un valor estético a la expresión de la biología de los árboles y la decodifica.[32] Específicamente, en el caso de la araucaria, el género incluye las especies A. imbricata (araucana), A. brasialiana y A. excelsa. Loudon, designa un signo al género Araucaria que es parte de un grupo de 12, unidas bajo la descripción de “árboles de copa espinosa.” Específicamente se representa como un árbol con tronco único y recto, con niveles distinguibles de ramas de follaje persistente. El árbol ocupa todo el rectángulo y por lo tanto indica gran altura. Este tipo de análisis podría compararse con el análisis de la arquitectura de árboles desarrollada por el botánico y biólogo Francis Hallé en 1978, y que corresponde a la expresión de los códigos internos de crecimiento de los árboles en interacción con el entorno, que da lugar a una expresión física determinada.[33] Cada arquitectura de árbol corresponde a una síntesis de su tipo de crecimiento, dibujando la disposición y especialización de los meristemas, tejido con células responsables del crecimiento vegetal. Al igual que el sistema de Hallé, Loudon produce un lenguaje aplicable a cualquier especie, integrando así en un mismo sistema gráfico a especies nativas y exóticas.

El segundo tipo de signos es uno que se asocia directamente a las especies, implementadas según cómo responden al aire libre en Londres. De menor tamaño, sirve para identificar si la especie es de hoja caduca o persistente, y si es un árbol, arbusto, arbusto bajo (under-shrub), enredadera, trepadora o rastrera (trailer o creeper). A la especie Araucaria imbricata se le asocia un signo que indica que es un árbol de hoja persistente representada como una copa circular pintada, una línea vertical de tronco y una pequeña sombra (esquina inferior izquierda en fig.5). Este signo, como explica Loudon, se puede encontrar en otras publicaciones como Gardener’s Magazine, y en el Hortus Britanicus, y por lo tanto es parte de un lenguaje compartido en textos de jardinería.[34] A la vez, este signo revela cuál es la información mínima considerada a saber sobre una especie—en términos de expresión— para su compra o consideración en un diseño.

El tercer y último tipo de signo indica si el árbol es resistente para sobrevivir al exterior o si necesita protección durante el invierno, es decir su “rusticidad” o hardiness. En Arboretum et Fruticetum Britanicum, este indicador no se especifica para la especie Araucaria imbricata, posiblemente porque, a principios del siglo XIX, no todos coincidían con la capacidad de la araucaria de resistir a las heladas británicas. Por ejemplo, pese a que, en 1826 The gardener’s chronicle destaca la sobrevivencia de la Araucaria imbricta a las últimas heladas,[35] en The British Cyclopaedia of Natural History, publicada en 1835, se describe a esta misma especie como una que necesita ser cubierta temporalmente para sobrevivir al clima británico.[36] En 1843, en un tono más certero, The gardener’s magazine —dentro de un artículo sobre el vivero Exeter de Lucombe, Pince and Co.— menciona la vigorosa salud de la Araucaria imbricata de 4,5 metros [15 pies] de altura plantada en 1832.[37] Este jardín en particular, estaba rodeado por un seto de laurel de 3 o 4 metros de altura, lo que sugiere que, a pesar de estar al aire libre, la araucaria tenía protección contra tormentas. Este tipo de signo, evidencia que la araucaria ornamental está siendo definida desde sus respuestas a las variantes climáticas como individuo y no como parte de un bosque.

Paisajes

En Arboretum et Fruticetum Britannicum, Loudon incluye una lista de ilustraciones denominadas paisajes para mostrar el efecto de algunas especies de árboles en la composición general de un jardín.[38] En esta publicación, no hay un paisaje que incluya la Araucaria imbricata (araucana), pero sí una A. excelsa. En medio de lo que parece ser un pequeño claro en un jardín, se erige esta especie entre una masa baja de arbustos, mostrando la organización estrellada de sus ramas. La imagen, al ser de línea y sin color, muestra formas generales, textura y sombras. La delicadeza de la textura, así como el color, como explica William Barron, sería una de las características que haría admirable una escena de paisaje y por lo tanto un aspecto a manejar y equilibrar en el ejercicio de la jardinería con especies exóticas al momento de agruparlas.[39] Barron, en particular, proponía el uso de especies persistentes del tipo conífera para otorgar profundidad y singularidad a los jardines. La forma en que se propuso agrupar especies en el jardín no necesariamente tenía relación con los orígenes geográficos de éstas, sino más bien con sus agrupaciones taxonómicas y por lo tanto las características formales de las partes de las especies junto con su tipo de reproducción. En otras palabras, las especies, reconocidas como individuos, se reagrupaban en los jardines según el orden establecido por la ciencia, la cual era distinta a las asociaciones que hoy podríamos llamar ecológicas.

Otro tipo de representación de paisaje del siglo XIX que integra a la araucaria, única en su tipo y bastante distinta a las de Loudon, es el realizado por la naturalista inglesa Marianne North a fines del siglo XIX en las montañas del sur de Chile. Las composiciones de North evidencian parte del pensamiento científico de la época y el nacimiento de lo que hoy llamamos ecología. Con pinturas de colores brillantes, de una iluminación más cercana al realismo que al romanticismo, las especies son las protagonistas. Pero, a diferencia de los retratos, la intrincada relación de árboles, arbustos, flores, entre otros, con su contexto, mueve el foco de atención desde la forma al todo, entendiendo el paisaje como una escena inseparable. En Seven snowy peaks seen from the Araucaria forest, Chili (c.1884), North representa una escena de paisaje con araucarias en su forma adulta en relación y respondiendo a la topografía y el clima. Las araucarias se levantan sobre un suelo rocoso cubierto de arbustos y herbáceas. En el horizonte se distingue una cordillera nevada y, en primer plano, un camino que transforma esta escena en una accesible al paso de la naturalista. En contraste con representaciones similares de fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, de los troncos y ramas de las araucarias cuelgan los líquenes barba de viejo. La identificación de la especie o su descripción para su clasificación no son objetivos de esta representación, sino más bien el reconocimiento de un paisaje constituido por elementos de la naturaleza entrelazados.

Conclusiones

El movimiento de la Araucaria araucana de Chile a Inglaterra revela una comprensión específica de los árboles durante el siglo XIX, delineada por la ciencia moderna-occidental y sostenida por la jardinería inglesa. Si bien los primeros dibujos botánicos ayudaron a la definición de los individuos vegetales como elementos aislados, transformándolos en objetos de comercio, serán los dibujos de especímenes cultivados en Gran Bretaña los que apoyarán un proceso de apropiación derivado de la transformación cultural y ecológica de la especie. Siguiendo la tradición botánica, el comportamiento de las especies en el jardín se va a medir como una cualidad inherente al individuo, sin detallar, la mayoría de las veces, factores contextuales, como su emplazamiento respecto a otros elementos bióticos y abióticos, y sin tomar en cuenta las relaciones simbióticas perdidas por su extracción del sistema de bosques, evidenciando la perspectiva moderna decimonónica sobre la Naturaleza. Así, por ejemplo, tanto la araucaria como otras especies se van a clasificar como hardy en la medida que soporten por sí mismas las fuertes heladas y tormentas europeas, sin considerar que esta resistencia puede variar en la medida que los árboles —en particular los más jóvenes— posean la protección natural de sus ecosistemas originales.

John Claudius Loudon, interesado en otorgarle variedad a los jardines de estilo moderno a través del uso de especies exóticas, entiende al árbol desde su noción de civilización, sostenida en el conocimiento, manejo y uso de las diferentes especies, redefiniendo a las especies importadas desde su expresión en, específicamente, el paisaje inglés. Dentro de los cuatro tipos de ilustración que incluye en su libro Arboretum et Fruticetum Britannicum, se entiende que la ilustración botánica no es suficiente para el diseño de jardines, pero, posiblemente, la más difundida. Su asociación a las ilustraciones tipo retratos, otorgan una idea más completa de la especie como individuo. Ambos tipos de ilustración se basan en la observación detallada y la descripción del carácter general de las especies, práctica común y complementaria entre botánicos y jardineros. En otras palabras, el conocimiento de las especies abre nuevas posibilidades de uso ornamental de los árboles en los jardines ingleses y, a su vez, el uso de árboles exóticos en los jardines los transforma en objetos de estudio y experimentación. El dibujo botánico y el retrato iluminan una definición del árbol moderno durante el siglo XIX como un objeto transportable, compuesto por partes reconocibles y una forma de organización formal que constituyen su carácter. Los signos, por otro lado, representan una de las grandes innovaciones de J. C. Loudon. Ellos traducen características biológicas a un sistema de clasificación que intenta ordenar las especies según la expresión de su forma general y por lo tanto su valor ornamental. En otras palabras, este tipo de ilustración es evidencia de la mirada de Loudon sobre los árboles, combinando conocimiento sobre la biología de las especies, con su hábito y belleza particular. El último tipo de representación, los paisajes, naturalizan por un lado a la especie en su nuevo contexto ajardinado, fundiendo los bordes de árboles y arbustos a través del efecto de la sombra y las texturas. Y, por otro lado, re-incorporan la pregunta por las asociaciones vegetales y relaciones simbióticas, aunque, en el caso de Loudon, aún en términos simplemente estéticos. Escenas de paisaje, como las de North, delinean posibles transformaciones en materia científica asociadas al desarrollo de la ecología en el siglo XX.

Finalmente, pese a que las ilustraciones de Araucaria araucana presentadas se refieren a un tipo de especie en particular, distinguen su variedad formal según la edad de los especímenes, emplazamiento y manejo. En este sentido, la construcción del imaginario en torno a la araucaria se basa en una promesa (lo que puede llegar a ser) importada por los viajeros naturalistas, en una observación de la realidad (lo que está siendo) impulsada por la práctica en la jardinería y en un retorno a la naturalización (lo que fue y lo que aún no hemos visto) en la búsqueda (no necesariamente deliberada) de relaciones perdidas en el proceso de trasplante.

 

 

 

Notas

[1] Rodolfo Gajardo. “Vegetacion del bosque de Araucaria araucana (mol.) K. Koch en la Cordillera de los Andes (Lonquimay, Provincia de Malleco)” en Chloris Chilensis 23 (1) 2020: 26-50.

[2] Claudio Donoso Zegers. Tipos forestales de los bosques nativos de Chile. Santiago, Chile: Proyecto CONAF/PNUD/FAO, 1981.

[3] Elisa Loncón. Azmapu: aportes de la filosofía mapuche para el cuidado del Lof y de la Madre Tierra. Santiago: Ariel, 2023: 79-86.

[4] Shiv Visvanathan. “From the Annals of the Laboratory State”, in: Alternatives: Global, Local, Political, 12(1), 1987: 37-59. https://doi.org/10.1177/030437548701200102: 37-59.

[5] Jason W. Moore. “Sugar and the Expansion of the Early Modern World-Economy: Commodity Frontiers, Ecological Transformation, and Industrialization” Review (Fernand Braudel Center), Vol. 23, No. 3 (2000): 409-433.

[6] Gobierno de Chile, Ministerio del Medio Ambiente. “Ficha de antecedentes de especie, Araucaria araucana” en Ficha FINAL 14to Proceso RCE, 2017. Visto en: https://clasificacionespecies.mma.gob.cl/wp-content/uploads/2019/10/Araucaria_araucana_14RCE_FINAL.pdf

[7] Memoria i Catálogo de las plantas cultivadas en el jardín botánico hasta el 1° de Mayo de 1884. Santiago de Chile: Imprenta Nacional Moneda, 1884: 9; y Catálogo de las semillas, legumbres, plantas de flores, árboles y arbustos frutales y forestales; huevos de aves de corral, animales domésticos, peces y diversos productos elaborados en venta en la Quinta Normal de Agricultura. Santiago: Imprenta Cervantes, 1893: 41.

[8] William Charles Noble. “Chilean Trees and Shrubs: A History of Introduction to the British Isles.” Garden History 37, no. 2 (Winter 2009): 156.

[9] Daniela Bleichmar. Visible Empire: Botanical Expeditions and Visual Culture in the Hispanic Enlightenment. Chicago; London: The University of Chicago Press, 2012: 7 Traducción de la autora. Cita original: “key techniques in the processes of investigating, ordering, explaining, and possessing—or attempting to possess— nature”.

[10] Lorraine Daston and Peter Galison. Objectivity. New York: Zone Books, 2007.

[11] Daniela Bleichmar. “Visions of Imperial Nature: Global White Space, Local Color.” Visible Empire: Botanical Expeditions and Visual Culture in the Hispanic Enlightenment. Chicago; London: The University of Chicago Press, 2012: 150-185.

[12] Daniela Bleichmar. “Painting as Exploration.” Visible Empire: Botanical Expeditions and Visual Culture in the Hispanic Enlightenment. Chicago; London: The University of Chicago Press, 2012: 79-122.

[13] John Claudius Loudon. Arboretum et fruticetum britannicum. London: Longman, Brown, Green, and Longmans, vol.1, 1844: 7.

[14] Loudon, 1844: A3. Traducción de la autora. Cita original: “[trees] are the most important ornaments which can be introduced into a country”.

[15] Ibid. Traducción de la autora. Cita original: “[…] they are not only, in appearance, the most striking and grand objects of the vegetable creation; but, in reality they are those which contribute the most to human comfort and improvement”.

[16] Loudon, 1844: *B2.

[17] B y D. G. Holmes. History of forestry and forest management. London: Forestry Commission, 1975.

[18] Baryl Hartley. “Exploring and Communicating Knowledge of Trees in The Early Royal Society” en Notes and Records of the Royal Society of London. Vol. 64, No. 3 (20 September 2010): 230. Traducción de la autora. Cita original: “Its success may be attributed to the fact that, while encouraging landowners to enhance their estates with ornamental and fruit trees, Evelyn also presented powerful economic arguments in favour of planting timber trees—a further incentive for them to obey their patriotic duty”.

[19] Loudon, 1844: 2. Traducción de la autora. Cita original: “is a grand object in itself; its bold perpendicular elevation, and its commanding attitude, render it sublime; and this expression is greatly highlighted by our knowledge of its age, stability, and duration. The characteristic beauties of the general forms are as various as their species; and equally so are the beauty and variety of the ramifications of their branches, spray, buds, leaves, flowers, and fruit”.

[20] Ibid. Traducción de la autora. Cita original: “the intention of the artist […] is not to produce a copy which shall be mistaken for the original, but rather to show the original through the medium of a particular description of art; to reflect nature as in a glass”.

[21] Loudon, 1844: 12. Traducción de la autora. Cita original: “the modern style, with the surface of the ground disposed in imitation of the undulations of nature, and the trees scattered over it in groups and masses […], might be mistaken for nature, it depends on foreign trees or improved varieties of indigenous ones to becomes a work of art”.

[22] Loudon, 1844: 3. Traducción de la autora. Cita original: “…it is the beautiful work of civilization, of patriotism, and of adventure, first, to collect these [trees] all into our country, and next to distribute them into others… she [Britain] distributes her own trees, and those which she has appropriated.”

[23] Aylmer Bourke Lambert. A Description of the Genus Pinus. London: 1828.

[24] Charles Alexander Johns. The forest trees of Britain. London: Society for promoting Christian Knowledge, 1847.

[25] Edouard Pœppig. “Un testigo en la alborada de Chile (1826 – 1829)” Carlos Keller (Traducción, Introducción, and Notas), Revista Zig-Zag. Santiago: Empresa Editora Zig-Zag, 1960 [1829]: 412.

[26] Noble, 2009.

[27] Claudio Donoso, Mauro Gonzalez, Marco Cortés, Conrado Gonzalez, Pablo Donoso, y Marcelo Hernández. “Poblaciones de araucaria enana (Araucaria araucana) en la Cordillera de Nahuelbuta, Chile” en Bosque 29 (2), 2008: 170-175.

[28] William Barron era el head-gardener de Elvaston Castle, un parque privado en Derbyshire. William Barron. The British Winter Garden (London, 1852).

[29] John Fredrick Wood (ed.). The Midland Florist. London: 1852: 213. Traducción de la autora. Cita original: “[…] showing their General Utility in the Formation of Garden and Landscape Scenery, and their Mode of Propagating, Planting, and Removal […] we would recommend all who admire the graceful beauty of the deodar, the stately grandeur of the araucaria, the diversified elegance of junipers, cypresses, hollies, pines, &c […] all who would see the lawns, the hills and slopes, the pleasure grounds and gardens of our beautiful country, still more beautiful, to procure this book…”.

[30] Barron, 1852: 105. Traducción de la autora. Cita original: “… the perfect order and regularity in the branches and leaves give it a charm which it otherwise could not have” (Barron 1852, 105).

[31] Barron, 1852: 19. Traducción de la autora. Cita original: “When a single tree is selected to stand alone, it should possess sufficient attraction in form, size, texture or colour, to recommend it to our notice, and when several or all of these properties are combined in the same tree, it then becomes an object of the deepest interest”.

[32] Loudon, 1844, vol.1: xiii.

[33] Francis Hallé; Roelof A. A. Oldeman, P. B. Tomlinson, y Philip B. Tomlinson. Tropical Trees and Forests: An Architectural Analysis. Berlin Heidelberg: Springer, 1978.

[34] Loudon, 1844: xiv.

[35] John Claudius Loudon. The gardener’s magazine and register of rural & domestic improvement Vol 1. London: Longman, Rees, Orme, Brown and Green, 1826: 352.

[36] The British cyclopaedia of natural history; combining a scientific classification of animals, plants, and minerals, with a popular view of their habits, economy, and structure.  By authors eminent in their particular department. London: Charles F. Partingnton, 1835: 187.

[37] John Claudius Loudon. The gardener’s magazine and register of rural & domestic improvement, vol 9. London: Longman, Rees, Orme, Brown and Green, 1843: 36.

[38]  Loudon, 1844: clxiv.

[39] Barron, 1852:19.