Pablo Montini
Los desterrados: artistas rosarinos en Cinema para todos (1931-1933)
Rosario, Iván Rosado, 2020, 94 páginas, ISBN: 978-987-3708-82-4
Compartir
> autores
Elisabet Veliscek
Licenciada en Bellas Artes por la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Miembro del Centro de Investigaciones del Arte Argentino y Latinoamericano de la Universidad Nacional de Rosario (CIAAL). Coordinadora editorial de la revista Separata (CIAAL-UNR).
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
> como citar este artículo
Elisabet Veliscek; «Pablo Montini (Comp.), Los desterrados: artistas rosarinos en Cinema para todos (1931-1933), Rosario, Iván Rosado, 2020, 94 páginas, ISBN: 978-987-3708-82-4″ , en Caiana. Revista de Historia del Arte y Cultura Visual del Centro Argentino de Investigadores de Arte (CAIA). N° 17 | Segundo semestre, pp. 210-212.
En una nota publicada en la revista Cinema para todos, el crítico e historiador del arte Juan Zocchi lamentaba el estado de abandono en el que se encontraban las instituciones culturales de Rosario a comienzos de la década del treinta. Según Zocchi, la ciudad desterraba a sus poetas y artistas mediante una “resistencia pasiva”, sostenida en la indiferencia generalizada hacia las cuestiones del “espíritu”. El comentario de la revista finalizaba aludiendo al posible cierre de la Biblioteca Argentina y auguraba un porvenir incierto para el Museo Municipal de Bellas Artes. El angustiante discurso del crítico –que inspira el título del libro–, podía entenderse en un contexto donde las derivaciones nacionales de la crisis económica mundial se combinaron con una serie de conflictos políticos y sociales que abrieron un periodo signado por la represión, el enfrentamiento político y las luchas obreras. Sin embargo, más allá del complejo horizonte social y la perspectiva particular del autor, los escritores y artistas plásticos continuaron produciendo obras y en algunos casos conjugaron los intereses sociales y la militancia política con una labor sostenida en el campo cultural. A pesar del sombrío horizonte vislumbrado por Zocchi, las instituciones de mayor arraigo prosiguieron un accionar constante a lo largo de las décadas, alterado únicamente por las intervenciones militares e interrupciones democráticas que afectaron al ámbito cultural; los artistas continuaron con sus envíos a los salones de bellas artes, crearon agrupaciones y asociaciones especializadas y algunos de ellos desarrollaron un itinerario a través de su participación en los medios impresos de circulación masiva, que funcionaron como canales alternativos para la construcción y reconstrucción de la cultura.
En ese marco, las diversas publicaciones de la época permitieron reflejar los debates y sucesos del presente o registrar el auge y la declinación de ciertas tendencias. Un ejemplo es la revista Cinema para todos que Pablo Montini, director del Museo Histórico Provincial de Rosario “Dr. Julio Marc” y especialista en la historia del coleccionismo y de los museos de la ciudad, propone rescatar del olvido en este libro publicado recientemente bajo el sello de la Editorial Iván Rosado, dentro de la serie “Maravillosa Energía Universal”. Se trata de una revista semanal ilustrada, publicada entre junio de 1929 y diciembre de 1938, bajo la dirección general de Luis S. Bitetti y Juan José Godeol y, desde mediados de 1933, la dirección artística de “Héctor”, quien se encargó de diseñar algunas de las ilustraciones, y Wladimir Mikielievich, quien realizó bocetos y cuadros sobre la historia de la ciudad. La publicación funcionó en el contexto de otras revistas artístico-culturales y magazines que proponían una divulgación de contenidos ligados al mundo de la cinematografía, el teatro, la radio, la música, el arte, el deporte, el esparcimiento y la actualidad social en relación con el proceso de modernización tecnológica que, a lo largo del siglo XX, determinó nuevos métodos de distribución y consumo de bienes culturales e informativos. Con una tipografía y un estilo relacionado con las tendencias decorativas de la época, en ella participaron un conjunto de ilustradores que realizaron dibujos, caricaturas y pequeñas viñetas o composiciones estilizadas como las de Fanny Darrell, quien combinaba la elegancia lineal de las tendencias decorativas finiseculares con el gusto moderno de las corrientes artísticas de las primeras décadas del siglo XX, o las de “Héctor Ric” y otros dibujantes, quienes incorporaron formas sintéticas más cercanas a los estilos y convenciones de la gráfica de circulación masiva influenciada por los cartoons, las historietas y las tiras de prensa.
Si bien la revista tuvo una primera etapa dedicada en mayor medida a la divulgación de contenidos cinematográficos, se distinguió también por darle un espacio al mundo del arte y la cultura, poner en valor el trabajo de los artistas plásticos, reseñar las exposiciones en las galerías y espacios de la ciudad y publicar entrevistas y comentarios especialmente preparados por los periodistas y escritores del semanario. En este sentido, Montini sostiene que Cinema fue la primera revista de Rosario dedicada a un público amplio que buscó difundir de manera programática la trayectoria de los artistas visuales a través de una serie de entrevistas. Siguiendo esta hipótesis podríamos añadir que, por lo general, los artistas y diseñadores gráficos solían converger en los recintos editoriales de los diarios y pequeñas revistas, donde se desempeñaban como ilustradores o críticos de arte, aunque era menos habitual encontrarlos del otro lado expresando sus ideas y deseos. Aun cuando algunos tuvieran participaciones en los medios radiales o fueran convocados para ofrecer sus opiniones en determinadas publicaciones, se trataba de situaciones esporádicas y, por lo tanto, no consecuentes en el marco de la divulgación cultural tradicional.
Teniendo en cuenta esto, Montini se propone recuperar y compilar un conjunto de once entrevistas realizadas a artistas plásticos, publicadas en la revista durante el periodo de 1931 a 1933. Este material estaba pensado para circular entre un público muy amplio que podía llegar a desconocer el itinerario de los pintores y escultores de la ciudad, por lo que generalmente se enfocaban en resaltar episodios de la infancia, anécdotas de la juventud o acontecimientos de la vida profesional y familiar. En las entrevistas aparece narrado, por ejemplo, el momento en que el futuro artista evidencia en la niñez sus dotes para la plástica, primeros intentos en los que alguien reconoce su increíble talento y, a pesar de los diferentes estorbos que el camino le impone, inicia una formación, aunque sea de forma autodidacta. Esos relatos dejan al descubierto el uso recurrente de ciertas fórmulas entre los biógrafos y periodistas de la época cuando intentan reforzar la idea del artista como una figura rebelde e incomprendida por la sociedad que a menudo debe sortear una serie de obstáculos (falta de recursos y de apoyo institucional) para poder desarrollar sus aptitudes y vocación plástica. Otras características que las identifican son el uso de anécdotas y chistes para que la persona se pueda reconocer más fácilmente con el entrevistado, o la presentación de sus habilidades bajo puntos de vistas inesperados, por ejemplo, el incorregible Eugenio Fornells que de niño dibujaba sobre las paredes, lo que le valió ser echado de su pueblo; el pequeño retraído y casi ausente Luis Ouvrard, muy diferente de sus bulliciosos hermanos; el futuro escultor Eduardo Barnes que veía moverse a las estatuas de santos y vírgenes del templo, etc. Entre los diferentes casos llama la atención la inclusión de la escultora francesa Paula Cazenave, primera esposa de Antonio Berni, una figura muy comprometida con la militancia política, con un gran amor, como ella misma indicaba, “por la escultura y por Rusia”, quien puede considerarse como una de las verdaderas “desterradas” de la historia del arte.
De todos modos, a pesar de la utilización de estos modelos narrativos propios de la descripción de las “vidas de artistas”, las entrevistas permitieron poner en valor a figuras de distintas generaciones y estilos visuales como Erminio Blotta, Alfredo Guido, Eugenio Fornells, César Caggiano, Eduardo Barnes, Paula Cazenave, Luis Ouvrard, Manuel Ferrer Dodero, Carlos Uriarte y otros como el dibujante chileno Orión y el menos conocido Don Julián Nicolás. Poner a disposición del público este material permite reconstruir parte de nuestra cultura y generar otras lecturas posibles sobre las trayectorias de las personalidades creadoras, más alejadas de la mitificación de la “imagen de artista” en una ciudad sin supuestas pretensiones culturales, y más cercana a una historia que tenga en cuenta los itinerarios artísticos, adhesiones políticas e influencias estéticas trazadas por estas figuras. En este sentido, el libro no sólo ofrece información valiosa, sino también una mirada de una época tumultuosa cargada tanto de conflictos sociales como de deseos de liberación.