Julio Le Parc
¡Sé artista y cállate! Textos 1959-2017
Buenos Aires, Museo Nacional de Bellas Artes, 2019, 240 páginas, ISBN 978-950-9864-16-6
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> autores
Gabriela Naso
Licenciada en Artes por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Doctoranda en Historia con mención en Historia del Arte en el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín. Se desempeña como asistente de investigación en el Museo Nacional de Bellas Artes.
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Naso, Gabriela; “Julio Le Parc, ¡Sé artista y cállate! Textos 1959-2017, Buenos Aires, Museo Nacional de Bellas Artes, 2019, 240 páginas, ISBN 978-950-9864-16-6”. En caiana. Revista de Historia del Arte y Cultura Visual del Centro Argentino de Investigadores de Arte (CAIA). N° 16 |Primer semestre 2020, pp. 222-224.
En la portada de ¡Sé artista y cállate! no encontramos juegos de luz y sombra, ni superficies reflectantes, ni el hipnótico movimiento de piezas traslúcidas que se agitan en el aire o se activan a partir de mecanismos ocultos. Es otro Julio Le Parc el que se nos presenta, uno caricaturizado y a la vez caricaturista. Eso se debe a que esta compilación está consagrada a sus facetas menos conocidas: la de dibujante, pero sobre todo, la de escritor. Esta imagen -en la que se muestra a sí mismo con paleta y pincel en mano y con la pluma asomando del bolsillo del delantal- acompaña al título de la publicación al ironizar sobre la “mala costumbre” que tienen Julio y otros artistas visuales de ponerse a escribir.
El libro se edita por primera vez traducido al castellano por iniciativa del Museo Nacional de Bellas Artes, a partir de una versión original en francés. Es la compilación más completa de textos teóricos, críticos y personales escritos por Le Parc, que abarcan el período comprendido entre 1959 y 2017. Además, son iluminados con dibujos de su autoría y un gran número de fotografías provenientes de su amplio archivo personal, que renuevan el cúmulo de imágenes que ya conocemos de su trayectoria. Cada uno de estos escritos funciona como un hito que nos permite hilvanar una historia que, aunque muchas veces contada, no deja de adquirir nuevos matices al ser narrada en primera persona.
El recorrido comienza por anotaciones que dan cuenta de sus primeras reflexiones sobre el estado del medio artístico y las posibilidades de crear un arte de ruptura, realizadas muy poco después de su llegada a París a fines de 1958. Allí explicita algunos de los conceptos que guiarán sus tempranas investigaciones, como color, superficie, progresión, inestabilidad; y ensaya una genealogía para estas búsquedas a través de Piet Mondrian, Josef Albers, Max Bill y Victor Vasarely. Luego, es el turno de los escritos producidos a partir de la formación del Groupe de recherche d´art visuel (GRAV) en 1960, desde los cuales, el conjunto de artistas propondrá un nuevo tipo de obra de arte abierta y múltiple, orientada a reinventar su interacción con el público.
En escritos fechados en la década de 1990, Le Parc rememora sus primeros pasos en la Escuela Preparatoria de Bellas Artes, donde destaca sus sentimientos ante los primeros ensayos con el dibujo de modelo vivo. Se describe como un “adolescente apasionado por el dibujo” (p. 139), y recuerda las enseñanzas de Mario Canale en el uso de la carbonilla para la representación de los matices de las sombras sobre el plano, anunciando la importancia que tendrán los efectos lumínicos en su experimentación posterior.
Otro de sus maestros ilustres en merecer un escrito es Lucio Fontana, quien como profesor de modelado de la Escuela Manuel Belgrano, introdujo a sus jóvenes alumnos a nociones como espacio, tiempo y movimiento, suscitando debates que concluyeron en la concepción del Manifiesto Blanco. Un documento conjunto que Le Parc decidió no firmar, pero que marcó el rumbo de sus futuras investigaciones.
Un episodio particularmente iluminador de su formación es el inicio de sus experiencias con la monocopia en los talleres de grabado de la Escuela Superior de Bellas Artes, en la que encuentra una técnica versátil con la que ensayar nuevas búsquedas y alcanzar pequeños pero significativos descubrimientos. En este recuento, Le Parc no sólo considera aquel momento como una forma colectiva de trabajo que presagiaba al GRAV, sino que también nos deja entrever una de las partes menos conocidas de su historia: su participación como líder en el movimiento estudiantil que organizó revueltas para reclamar cambios profundos en la enseñanza que se impartía en las escuelas de Bellas Artes porteñas, entre 1955 y 1958.
A estos se suma una conversación con Serge Lemoine en ocasión de la exposición Homenaje a Vasarely, en la que Le Parc consigna a Héctor Cartier como la persona más influyente durante sus años de formación, y a la muestra de Vasarely en el Museo Nacional de Bellas Artes como un momento bisagra de su aprendizaje que echa luz sobre las vicisitudes de los primeros momentos del GRAV.
Otro núcleo fundamental para comprender la figura del autor, es el conjunto de textos que, producidos en diversas ocasiones, arengan una reivindicación de Latinoamérica como espacio de identidad y creación artística. Luego de su conocida participación en el Atelier Populaire en el Mayo Francés, Le Parc se vinculó con artistas de distintos países para acompañar desde el arte el impulso revolucionario de aquellos años. Algunos ejemplos son el editorial de su pluma que publicara la revista Robho en 1968, donde manifiesta sus impresiones sobre el Simposio de Intelectuales y Artistas de América, realizado en Venezuela en noviembre de 1967, y al año siguiente un texto que bajo el título de “¿Guerrilla cultural?”, invita a la reflexión sobre el rol social de intelectuales y artistas.
La actividad que desarrolló en este sentido durante las décadas del setenta y el ochenta, aparece representada a partir de participaciones en congresos, en el recuento detallado de la organización de la exhibición “América Latina no oficial” o la reseña del éxito de los talleres Le Parc en La Habana, un “intento de una diferente relación del hecho plástico con un gran público” (p. 134).
Estos momentos de fuerte toma de posición alternan con semblanzas sumamente personales de seres queridos como Amalia Demarco, Sérvulo Esmeraldo, Gontran Guanaes Netto, y Horacio García Rossi -quien fuera su compañero desde la ocupación estudiantil de las escuelas de Bellas Artes hasta el GRAV y las acciones en torno al Mayo francés-, y también de figuras destacadas como Carlos Gardel y Astor Piazzolla, en los que encuentra un punto de anclaje con su país de origen.
De los primeros años 2000, se reproducen textos críticos que reflejan su incansable lucha por erradicar de la narrativa de la historia del arte la sumisión a los artistas norteamericanos: uno dirigido al montaje de la colección del Centro Pompidou de París, y otro con motivo de la exhibición “Contrastes de la forma (Abstracción geométrica 1910-1980)”, llevada a cabo en las salas del Museo Picasso de Madrid.
Hacia el final, una exhaustiva línea de tiempo biográfica consigna las sucesivas instancias en las que desarrolló sus investigaciones -primero con secuencias de color en superficie y más adelante con la luz, el movimiento y los efectos de sus cambios aleatorios-, para llegar hasta los hitos en materia de exposiciones y premios que culminan en el reconocimiento a nivel internacional; sin omitir sucesos de su vida personal y relevantes momentos de su activismo social y político.
A modo de epílogo, el libro finaliza con una compilación de “respuestas” al famoso manifiesto Basta de mistificaciones distribuido por el GRAV durante la Bienal de París de 1963. En el año 2000, con motivo de la reconstrucción del Laberinto presentado en aquella ocasión, se les solicitó a los antiguos miembros del grupo que den su opinión sobre aquel escrito, pedido al que Le Parc respondió poniéndose en la piel de doce personalidades del ambiente artístico: el artista oficial, el marchand estafador, el artista que no tuvo éxito y otros estereotipos similares. Estos componen así una sátira coral que, acompañada de la caricatura de cada uno, dan a la compilación un cierre tan simpático como ácido.
En la selección de los textos que componen ¡Sé artista y cállate! no hay distinción entre el hombre y el artista. Ellos actúan como las teselas de un mosaico que, a medida que avanzamos en la lectura, conforman la compleja imagen de una de las figuras más consagradas de nuestro medio. Imagen que es reflejo también de contradicciones, que en la concepción del propio Le Parc, son inherentes a la práctica artística experimental.