Fabiola López Durán
Eugenics in the Garden: Transatlantic Architecture and the Crafting of Modernity
Austin, Lateral Exchanges Series, University of Texas Press, 2018. ISBN: 978-1-4773-1496-8
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> autores
Caroline "Olivia" Wolf
Doctora en Historia del Arte por Rice University en Houston, Texas, y Assistant Professor en Historia del Arte en la University of Tennessee at Chattanooga (EEUU). Ha recibido becas del Fulbright DDRA, Society of Architectural Historians, and National Endowment for the Humanities. Colaboró con el Museum of Fine Arts, Houston (2013-2014) y ,más recientemente, con el Museo Gulbenkian en Lisboa, Portugal como un Visiting Scholar (2019). Su investigaciones se centran en el arte y la arquitectura moderna con una perspectiva transnacional, con énfasis sobre Latinoamérica, Medio Oriente y conecciónes sur-sur, a tráves de diáspora y migraciones. Sus trabajos han sido publicados en colecciones y revistas científicas como Hemisphere: Visual Cultures of the Americas y Routledge Encyclopedia of Modernism, entre otros.
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Caroline Wolf; “Fabiola López, Durán, Eugenics in the Garden: Transatlantic Architecture and the Crafting of Modernity, Austin, Lateral Exchanges Series, University of Texas Press, 2018. ISBN: 978-1-4773-1496–8”. En caiana. Revista de Historia del Arte y Cultura Visual del Centro Argentino de Investigadores (CAIA). No 14 | Primer semestre 2019.
Adoptando una perspectiva interdisciplinaria y transnacional, Eugenics in the Garden: Transatlantic Architecture and the Crafting of Modernity de Fabiola López-Durán, realiza una valiosa contribución a la disciplina de la historia del arte con una fuerte mirada crítica sobre las huellas del eugenismo en el desarrollo urbanístico y arquitectónico en Latinoamérica. Este trabajo problematiza el discurso de progreso impulsado por las élites en los llamados “centros” del modernismo del hemisferio sur desde el fin del siglo diecinueve hasta mediados del siglo veinte, con énfasis en el intercambio de ideas pseudocientíficas racistas entre América Latina y Europa. El texto ha sido galardonado con dos premios significativos en el ámbito académico –el “Society of Architectural Historians Mellon Author’s Award” y el “Robert Motherwell Book Prize” del Dedalus Foundation– distinciones que demuestran que el libro ya ha sido reconocido como uno de los primeros textos en destacar el legado del llamado “mejoramiento de la raza” (p. 6) en el utópico proyecto de urbanización y arquitectura moderna en los países sudamericanos.
La obra estudia la forma en la cual los discursos sobre raza fueron utilizados históricamente como dispositifs claves en las geopolíticas espaciales, y cómo estas ideas no fueron solamente expresadas en la literatura y las artes sino también en el tejido urbano y la estética edilicia de la época. También analiza cómo las teorías del naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck sobre “la herencia de características adquiridas” del siglo diecinueve fomentaron la disciplina de eugenismo como un proyecto de construcción social de raza, género y clase, tomando la arquitectura y el urbanismo como herramientas fundamentales en el desarrollo del modernismo. La legitimización de la cultura europea y las ciencias en el imaginario latinoamericano facilitaron que la medicina y la arquitectura fueran cómplices de una ingeniería discriminatoria del tejido urbano. Así, instituciones como el Museo Social Argentino con la ayuda de arquitectos canónicos como Le Corbusier, contribuyeron con sus diseños y discursos modernistas al proyecto eugenístico del “blanqueamiento de la raza”.
Basando su investigación en archivos internacionales, la autora destina sus capítulos a distintos países europeos y latinoamericanos con un enfoque en Argentina, Brasil y Francia. La introducción dibuja el panorama social en el cual surgieron estas ideas al fin del siglo diecinueve, atravesadas por debates sobre evolución y el fervor de las ferias mundiales. En este escenario, las teorías de Lamarck –unos de los impulsores originarios del eugenismo– emergieron alrededor de la idea, “cambia el ambiente, y cambiará el hombre” (p. 5). La creencia en la adaptación biológica de los animales a su ambiente, implicaba que un organismo y su espacio podrían ser manipulables por los humanos. Aquí se desarrolla el posicionamiento de ideas biopolíticas definido por Foucault, además del concepto de milieu, una forma de pensar el ambiente desarrollada primero por el padre del positivismo, Auguste Comte, como parte de este proyecto de “progreso”.
El primer capítulo explica cómo la literatura utópica de Latinoamérica dibujaba lugares y sociedades eugenísticas a través de una lente interdisciplinaria, destacando que estos textos fueron mayoritariamente escritos por médicos con un cargo institucional en Latinoamérica –como el Mexicano Dr. Eduardo Urzaiz y el Argentino Dr. Emilio Coni– y publicados en revistas científicas, planteando que estos textos proponían posibles territorios de transformación. Un deseo de la élite para controlar la sexualidad y capacidades reproductivas de ciertos sectores de la población con el fin de “mejorar la raza” sobresale en estas obras analizadas en el texto. Con sus narraciones sobre la esterilización de gente con características “no deseadas”, estos relatos esbozaron espacios segregados y representaciones de belleza “blanquificados” que circulaban en el imaginario tecnocrático Latinoaméricano.
El segundo capitulo dirige su atención a las prácticas transnacionales del Museé Social, fundado en París en 1895 para el estudio de problemas sociales. Apunta a la exhibición mundial parisina de 1889 como un momento clave para fomentar ideas eurocéntricas de raza y “civilización”, además del concepto de puericultura que promovía la “cultivación científica” de la unidad madre-hijo. De allí, surgió la hominicultura, que planteaba que las grandes “enfermedades sociales” como el alcoholismo, la tuberculosis y la síflis podrían ser resueltos con una “cultivación superior” de la raza humana. En este contexto, algunas ideas que circulaban entre profesionales de la medicina y la élite gubernamental fueron incorporadas a la teoría y práctica del urbanismo y la arquitectura por la Société Française des Urbanistes, fundada en 1913. Sus conceptos y prácticas fueron implementados en Latinoamérica por arquitectos paisajistas franceses como Jean-Claude Nicolas Forestier y Donat-Alfred Agache, contratados para la modernización de los grandes núcleos urbanos y jardines públicos de Buenos Aires, La Habana y Río de Janeiro. Ya para la época del Centenario brasileño en 1922, las prácticas de higienismo urbano se habían convertido en “higienismo social”, manifestándose en el desplazamiento discriminatorio del centro de la cuidad de la población brasileña más pobre –y no blanca–, en el nombre de la sanidad urbanística.
El tercer capítulo se concentra en la intersección de debates sobre medicina y clase en el espacio público que circulaban entre Francia y la Argentina moderna, mostrando el crecimiento del tema de la “degeneración” en la literatura francesa, particularmente visible en las obras de Émile Zola. De allí, subraya cómo esta misma paranoia dio paso a la “agenda clínica” y social de la arquitectura moderna institucional, y analiza el impacto de estas ideas en el diseño de edificios, parques, jardines de infantes, escuelas, y casas familiares en Argentina. Estos espacios formaban parte de un aparato tecnológico diseñado para controlar la población, sexualidades y reproducción humanas a lo largo de Latinoamérica. Grupos tales como inmigrantes, homosexuales y gente con capacidades intelectuales diferentes fueron clasificados como “inferiores”, denegados de acceso al territorio nacional o el espacio público común, o relegados a espacios de vigilancia como las “escuelas de aire libre” para “niños débiles” (p. 117). Por el contrario, a los cuerpos normativos se les brindó acceso a parques grandes que funcionaron como “pulmones de la cuidad”, promoviendo la salud y el ocio, para fomentar el crecimiento reproductivo “deseable” de la nación.
El último capítulo presenta tal vez el contenido más polémico del libro, a causa de su postura crítica frente a uno de los arquitectos más canónicos de la historia de la arquitectura. Se destaca la influencia preponderante del eugenismo en el famoso arquitecto suizo Le Corbusier, en cuyas obras como el Modulador, se proyecta un concepto homogenizador del cuerpo humano. Por último, describe los viajes del mencionado arquitecto a Brasil en 1929 y 1936 como momentos claves en los cuales adoptó una ideología eugenística, motivado por las ideas racistas que circulaban entre Latinoamérica y Europa y que abogaban por el blanqueamiento de la sociedad. Por medio de material de archivo, la autora evidencia que Le Corbusier incorporaba a sus ideas, las influencias del Dr. Alexis Carrel –un médico profundamente xenófobo que colaboró con el régimen nazi– con la motivación de incorporar sus doctrinas a sus propios diseños arquitectónicos con el objetivo de “reconstruir la humanidad”.
En conclusión, el texto ilustra el panorama de influencia de médicos, políticos y arquitectos en la construcción de territorios y estéticas hegemónicas con ideas eugenísticas en el nombre de “progreso”, y sirve así como un aporte para múltiples disciplinas académicas –desde los estudios regionales hasta la ciencia política– trascendiendo el campo de la historia del arte. La perspectiva de análisis transnacional abordada no remite solo a intercambios entre Europa y Latinoamérica, sino también a Brasil y Argentina, países linderos que tienen distintas historias de colonización pero que comparten un fuerte desarrollo moderno neocolonial. Asimismo, invita a una extensión de esta crítica a otras regiones latinoamericanas, especialmente América Central, con quien comparte la historia de programas de esterilización contra las comunidades no blancas. Si bien el libro deja en claro la alianza de ciencia, política y urbanismo en un programa de homogeneización estética que apuntaba al cuerpo edilicio y humano al interior del modernismo latinoamericano, una mirada comparativa a los Estados Unidos sería clave para desarrollar en trabajos futuros, dado que el Estado norteamericano desarrolló programas de esterilización y experimentación médica contra la población afrodescendiente en forma paralela. Sin embargo, López-Durán interviene críticamente en la disciplina de la historia del arte con este trabajo, no solo por su manera de abordar cuestiones raciales imbricadas en la arquitectura, el urbanismo y la ciencia, sino también por su enfoque transnacional.