Claudia Román

Prensa, política y cultura visual. El Mosquito (Buenos Aires, 1863-1893)

Colección Caleidoscópica, Buenos Aires, Editorial Ampersand, 2017, 306 págs.

Ana Bonelli ZapataCentro de Investigaciones en Arte y Patrimonio, CONICET-UNSAM

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> autores

Ana Bonelli Zapata

orcid logo https://orcid.org/0000-0001-5538-8071

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Licenciada en Artes con orientación Artes Plásticas (FFyL-UBA). Becaria Doctoral (CIAP-CONICET/UNSAM), cursando el Doctorado en Historia (IDAES-UNSAM). Su investigación gira en torno a la vinculación entre las artes gráficas y el desarrollo ferroviario en el Río de la Plata (1890-1930). Es docente en Historia de la Comunicación Visual para la carrera de Diseño Gráfico (FADU-UBA). Participa en proyectos de investigación relacionados con las artes gráficas y la cultura visual. Ha presentado y publicado trabajos en relación a las artes gráficas argentinas. Forma parte del equipo editorial de la revista académica caiana, del Centro Argentino de Investigadores de Arte, y de la comisión de difusión de la Red Latinoamericana de Cultura Gráfica. Tiene experiencia en gestión en ámbitos universitarios y culturales, y en relevamiento y catalogación de archivos.





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Ana Bonelli Zapata; «Prensa, política y cultura visual. El Mosquito (Buenos Aires, 1863-1893)». En Caiana. Revista de Historia del Arte y Cultura Visual del Centro Argentino de Investigadores de Arte (CAIA). N° 11 | Año 2017 en línea desde el 4 julio 2012.

En los últimos años se han desarrollado diferentes trabajos de investigación sobre la historia de la prensa, y particularmente, la prensa ilustrada en Argentina.[1] Dentro de un amplio abanico interdisciplinar, han surgido libros, artículos en revistas o encuentros académicos, muchas veces a partir de proyectos de investigación con financiamiento estatal o con un interés institucional por sus acervos hemerográficos. Nos encontramos allí con trabajos que focalizan en la imagen y en sus modos de reproducción; en los dispositivos gráficos como objetos con sus particulares vías de circulación; con las tensiones políticas e ideológicas permeables a través de sus discursos e imágenes; o con las trayectorias de aquellos personajes que cargaron con la tarea de dar forma a estas publicaciones en un contexto local complejo y a menudo de bajos recursos.

Esta multiplicidad de enfoques, miradas interdisciplinarias, búsquedas de recorridos transnacionales y formadores de la cultura gráfica, encuentran en el libro de Claudia Román Prensa, política y cultura visual. El Mosquito (Buenos Aires, 1863-1893), un interesante cruce entre análisis literario, visual e histórico. A partir de un objeto (de investigación pero también como objeto material y concreto), que Román deconstruye y reconstruye dentro de una trama de relaciones, luchas políticas y simbólicas, nos permite adentrarnos en un mundo fascinante de imágenes y palabras, de papeles, piedras litográficas y tintas que intervienen de forma activa en la historia, volviéndose “interpretantes prágmáticos” de una revolución política y cultural experimentada en Buenos Aires en la segunda mitad del siglo XIX.

El trabajo se origina en una tesis doctoral en la Universidad de Buenos Aires, en la cual Claudia Román investigó en forma extensiva la prensa satírica durante el siglo XIX. En ese contexto se perfila el rol particular que El Mosquito jugó, tanto en el campo gráfico como en los debates políticos y visuales de la época.

Y es que este periódico satírico se ubicó, desde la puesta en escena de su primer número en 1863 y hasta su final (abierto, podría decirse) en 1893, como un actor relevante y fundamental en esos debates, tomando ciertamente modelos europeos pero, como bien advierte Román, “aclimatando” esos modelos a un contexto local particular. Y es en las imágenes, producidas localmente por Henri Meyer, Henri Stein, Carlos Clerice, Cándido Aragonés de Faría o Eugenio Damblans, entre otros, donde esa adaptación y resignificación adquieren mayor visibilidad y complejidad para el análisis.

A lo largo del libro el lector irá desandando la historia de El Mosquito, no sólo como periódico satírico, sino como empresa comercial y política. Este aspecto, que define una de las características más modernas de la publicación, ese delicado equilibrio entre el lucro y la participación en debates facciosos, ponen en juego otras tensiones que las imágenes, muchas veces, permiten comprender mejor que el discurso textual. Por ejemplo, la autonomía periodística en un contexto en el que la prensa escrita será la herramienta privilegiada en la lucha por el poder simbólico, con el surgimiento de la opinión pública como arma política. En este sentido, ¿qué función cumplía la imagen en esas luchas, y más precisamente, la imagen satírica? Imágenes que eran creadas ex-profeso o resignificadas a partir de la pluma del dibujante y una puesta en página que las ponía en tensión con un discurso textual a la vez satírico y punzante.

Otro debate que el libro de Román señala, es el del temprano surgimiento de la profesionalización de los dibujantes y periodistas. Empresarios que se arreglan para dibujar, artistas que toman sus primeras armas esbozando caricaturas, periodistas que son médicos, abogados, políticos. Las imágenes, así como los textos, no siempre se publicaron firmados, pero la mano del autor estuvo presente en todo momento, ya sea para su descalificación o elogio de parte de otros periódicos o políticos, por la mayor o menor calidad del dibujo o por el reiterado recurso de la copia, así como por cuestiones legales en las que la mirada estética se cruzó de forma particular con las intenciones políticas y los primeros esbozos de regulación de la prensa. Sin necesidad de la firma, la mano de Meyer o Stein eran visibles para los lectores del periódico, de la misma forma que los pseudónimos no ocultaban completamente el nombre de Eduardo Wilde o Estanislao del Campo, entre otros.

La imagen se torna así la estrategia principal en la diferenciación del periódico, y en torno a ella (o a su ausencia según el momento) se posicionará en el campo gráfico. Román aplica el concepto de differánce de Derrida para marcar esta búsqueda de identidad a partir de la distinción respecto a los otros, a la vez que se da el anclaje a una realidad específica. Será la imagen, y el uso de una imagen particular, con un alto nivel de politicidad, la razón de ser esgrimida para insertarse también en el agitado mundo del Buenos Aires moderno.

La relación de Stein con las elites porteñas también definirá el campo de acción y el lugar del periódico en las luchas políticas, como se puede observar en los contrapuntos con la prensa seria, la nutrida correspondencia, o los modos mismos de representación de los personajes (los tipos de El Mosquito). Precisamente estos datos le permiten a la autora escaparle a la vinculación directa con uno u otro funcionario, dejando ver una compleja trama de relaciones intra-elites, intereses partidarios y personales permeados por tensiones, y la constante apelación a estrategias comerciales (pero no por ello neutrales en el terreno ideológico).

Eludiendo las biografías descriptivas, la autora despliega una vasta red de relaciones entre ilustradores, periodistas, empresarios y políticos (algunos de los cuales se insertan en distintos grupos a la vez, enriqueciendo estos vínculos). Los recorridos personales y profesionales, los intereses ideológicos y comerciales, así como trayectorias transnacionales se conjugan de forma particular en el contexto de formación nacional, en el que las identidades se irán construyendo junto con un Estado-Nación que aún vacila con respecto al rol que le toca jugar. Así se comprende, por ejemplo, la relación entre Stein y Eduardo Sojo, propietario de Don Quijote, publicación que significará un quiebre en la empresa y en la visualidad misma de El Mosquito, así como de la prensa porteña en general, que, ya a fines del siglo tomará una matriz diferente, frente a un escenario también distinto.

En el último número de El Mosquito nos encontramos, así, con la imagen como recurso principal, y su ausencia o imposibilidad material de ser (la piedra litográfica rota en la última ilustración), lo que para Román demuestra la “pérdida de espesor, de capacidad de intervención, y su carga de memoria y de futuro” en un contexto que exige nuevos compromisos y cambios en la construcción misma de las imágenes. La imagen que se cruza con el discurso textual dentro del periódico y por fuera, en los discursos, en las arengas políticas, en los eventos sociales de un Buenos Aires distinto al que creó El Mosquito treinta años antes; es esta imagen la que anuncia, sin saberlo, la despedida, pero también la continuidad.

En este sentido es interesante el exhaustivo trabajo de archivo que Claudia Román realizó, tanto con los periódicos, como del archivo personal de Henri Stein, dibujante y administrador del periódico desde el regreso de Meyer a Francia en 1868. Precisamente, el de Stein es uno de los casos emblemáticos en los que el autor y la obra se confunden. La representación del periódico llevará sus rasgos, pero el hombre también cargará con su legado hasta el final de su vida, como demuestran las cartas a su familia y los homenajes que le harán desde los diferentes ámbitos.

El Mosquito es, en la mirada de Román, un dispositivo complejo. En su abordaje, hay una gran comprensión de los procesos históricos transnacionales, y un trabajo exhaustivo de inmersión en los archivos y en el mismo objeto estudiado. Es por eso que la lectura abre preguntas, permite entrar al mundo fascinante de la prensa ilustrada en el siglo XIX, que este libro nos descubre, ese universo de piedra, hierro y tinta que aún necesita ser transitado por la historiografía del arte, y especialmente por los estudios visuales, a los que la autora acude para cruzar los discursos de la imagen y el texto, y a estos con su soporte, las prácticas y los consumos culturales que los rodean.

En un contexto actual en el que el poder de la imagen, y el lugar de los medios de información están siendo cuestionados y repensados, el análisis político, cultural y social que propone Claudia Román se vuelve relevante y necesario.

 

 

 

 

Notas

[1] Por nombrar sólo algunos libros: Geraldine Rogers, Caras y Caretas. cultura, política y espectáculo en los inicios del siglo XX argentino, La Plata, Edulp, 2008; Marcelo Garbedian, Sandra Szir y Miranda Lida, Prensa argentina siglo XIX. Imágenes, textos y contextos, Buenos Aires, Ediciones Biblioteca Nacional/Teseo, 2009; Sandra Szir (ed), Ilustrar e imprimir. Una historia de la cultura gráfica en Buenos Aires, 1830-1950, Buenos Aires, Ampersand, 2016; Laura Malosetti Costa y Marcela Gené (eds.), Impresiones Porteñas. Imagen y palabra en la historia cultural de Buenos Aires, Buenos Aires, Edhasa, 2009; de las mismas autoras, Atrapados por la imagen. Arte y política en la cultura impresa argentina, Buenos Aires, Edhasa, 2013; Víctor Goldgel, Cuando lo nuevo conquistó América. Prensa, moda y literatura en el siglo XIX, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores (Colección Metamorfosis), 2013; entre algunos otros.