
Cristina Rossi
Jóvenes y modernos en los años ’50. En diálogo con la colección Ignacio Pirovano
Buenos Aires, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, 2012, 99 págs
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> autores
María Laura Rosa
Investigadora Independiente, CONICET; profesora de la UBA, Argentina. Líneas de investigación: arte feminista contemporáneo argentino, brasileño y mexicano. Publicaciones indexadas: “Questions of Identity: Photographic Series by Alicia D’Amico, 1983-86” en Art Journal, College Art Association, New York, Vol. 78, nº1, Spring, 2019, pp. 67-86; “Alicia D’Amico. Exploraciones sobre el deseo lésbico a través de la fotografía” en Anales de Historia del Arte, Universidad Complutense de Madrid, Vol. 28, 2018, pp. 297-314
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María Laura Rosa; «Jóvenes y modernos en los años ’50. En diálogo con la colección Ignacio Pirovano». En Caiana. Revista de Historia del Arte y Cultura Visual del Centro Argentino de Investigadores de Arte (CAIA). N° 2 | Año 2013 en línea desde el 4 julio 2012.
El ensayo que acompaña el catálogo de la exposición Jóvenes y Modernos de los años 50. En diálogo con la colección Pirovano, texto de la historiadora del arte Cristina Rossi, presenta un profundo análisis sobre la articulación entre grupos de artistas, críticos y coleccionistas, quienes impulsaron la interacción entre instituciones públicas y privadas. Dicha situación creó el sustrato necesario para el desarrollo de la vanguardia artística del’60. El catálogo refleja una prolija selección de piezas para la muestra, nada sencilla de llevar a cabo debido a la complejidad del período en cuestión y a la heterogeneidad de las obras. Sin embargo, sostenido en un profundo trabajo de archivo, las piezas van constituyendo una trama homogénea dentro del guion curatorial.
El objetivo de la exposición es articular obras de la colección de Ignacio Pirovano legadas al MAMBA con trabajos del período que pertenecen al mismo acervo. Esto lleva a aumentar las relaciones entre las piezas de una misma colección, desarrollando diálogos que conducen a la formulación de hipótesis y a la ampliación del discurso sobre un momento histórico. La exhibición se articula a partir de dos grandes ejes que asimismo reflejan las preferencias del coleccionista, las que acompañarán los cambios acontecidos en el lenguaje artístico al calor de los debates abstracción/figuración, tradición/modernidad, a saber: “Entre la expansión y la difusión: agrupaciones artísticas de los 50” y “Desde la abstracción de los 50, rupturas y continuidades”.
A través del ensayo podemos advertir la fuerte relación entre arte nuevo, abstracción, modernidad y vanguardia, términos que por momentos se vuelven sinónimos para los creadores. Dichos conceptos fueron fuertemente debatidos, es a partir de las apasionadas polémicas que se dan en el período que los artistas sentirán la necesidad de articularse en grupos de trabajos, de brindar, conferencias y en el ejercicio de la docencia dar a conocer el nuevo lenguaje del arte. Artistas, teóricos, críticos y coleccionistas conformarán asociaciones inéditas que irán presentando una dinámica diferente, si se quiere novedosa, que abonará la creación de instituciones privadas, como el Instituto Torcuato Di Tella y el desarrollo de premios de la mano de industriales privados, a saber el de Ítalo-Argentina, Acrílico Paolini, Alba, entre otras instancias de promoción de la vanguardia artística.
Cristina Rossi fundamenta la necesidad de comenzar a hablar de las agrupaciones de los años 50 a partir de los años 40, cuando aparece la revista Arturo en 1944 y se instala el debate figuración/abstracción en la escena artística porteña. Esta publicación tendrá corta vida aunque motivará la gestación de agrupaciones, entre ellas la Asociación Arte Concreto-Invención (AACI). Es así como señala en la página 11:
Para caracterizar a los grupos que surgieron en la primera parte de la década del 50 consideramos necesario plantear las diferencias con las agrupaciones que llevaron adelante las rupturas de los 40, que radicalizaron su oposición mediante la normativa de sus programas estéticos. A final de los 50, las nuevas direcciones que había ido tomando la abstracción, para algunos, exigían rearmar el bastión de defensa grupal para profundizar las rupturas, mientras que otros continuaban sus desarrollos dentro del proceso de transformaciones abierto por el arte nuevo de posguerra.
Si bien fue durante los años 30 cuando la tendencia abstracta comienza a recibir aportes locales, Rossi señala que el panorama de posguerra instala otras necesidades:
El balance de la guerra y la situación política interna habían generado nuevas condiciones para la resistencia a la figuración dominante y para el acercamiento de ideas, en cuyo marco estas agrupaciones [la de los años 40, AACI y Madí] asumieron posiciones de plena oposición. Sus propuestas ponían en tela de juicio lo existente y marcaban claramente el límite con el arte representativo (p. 12)
En los años 40 la abstracción deja de verse como una experiencia y comienza a marcar una tendencia en el medio local. Se inicia la presencia de teóricos y críticos que acompañarán a las agrupaciones de artistas, como gestores o integrantes. En el primer caso encontramos a Aldo Pellegrini en el origen del Grupo de Artistas Modernos de la Argentina (GAMA) y a Ernesto Rodríguez en Veinte pintores y escultores. En cuanto a las agrupaciones fundadas por artistas encontramos la Agrupación Arte Nuevo, promovida por Carmelo Arden Quin de la que formaron parte los críticos Aldo Pellegrini y Juan Jacobo Bajarlía y Artistas No figurativos de la Argentina, entre otras, con Aldo Pellegrini como crítico de su primera exposición. Todas buscarán establecer lazos regionales, Rossi señala el apoyo de Romero Brest para que GAMA pudiera viajar a Río de Janeiro y a Amsterdam y a su vez, destaca las dificultades de inserción en el circuito internacional.
A los largo del ensayo se presentan documentos, fotografías y bibliografía específica actualizada sobre artistas y grupos, situación que acompaña la riqueza de la investigación e ilustran la complejidad del campo artístico, sus debates y sus búsquedas de contactos internacionales. La concreción de buena parte del ideario de los 50 se dará durante los años 60, gracias a las actividades de la década anterior y a una contingencia diferente en el campo político, quizás en principio más favorable al arte de vanguardia. Poco a poco la abstracción va deviniendo académica para los jóvenes artistas de los ‘60 quienes integran las filas del informalismo o de la nueva figuración. Sin embargo llevan inoculado el espíritu de aquellos debates y vínculos que los abstractos habían brindado como ejemplo.
Si bien es clara la presencia femenina en todas estas agrupaciones -no hay más que ver las fotografías, los manifiestos, debates y documentos que acompañan el ensayo- encuentro importante problematizar el alcance de sus voces en el interior de aquellas polémicas. Su número es notable dentro de la selección curatorial, no es usual encontrar en una exposición de arte geométrico un número de veinte obras de artistas mujeres. Aún son escasos los análisis que se detienen en la participación de las artistas abstractas, el impacto de sus propuestas y las consecuencias de este hecho sobre el ideal de domesticidad dominante establecido para las mujeres de las décadas de los ‘40, ‘50 y ‘60.
Tras la lectura del ensayo me pregunto si habría impactado sobre las artistas la posibilidad del voto femenino. Me refiero a si a la facultad de tener voz en la escena política trajo consecuencias sobre la formulación de una voz propia en el campo profesional. En el catálogo de la exposición Yente/Prati, María Amalia García señala:
(…) es necesario repensar la apuesta concretista a partir de una mirada sexualizada. La diferencia de géneros no tuvo lugar en la agenda invencionista: la transformación que debía exceder las fronteras del arte buscaba una reconciliación entre los “seres humanos” y su entorno. El género no se inscribió como instancia crítica en estos grupos: la reconexión entre arte y vida que en tanto grupo de vanguardia sostenían, apuntaba a una utopía sexualmente neutral. La aspiración de neutralidad responde al canon y “políticamente el canon está ‘en lo masculino’ así como culturalmente es ‘de lo masculino’.[1]
Estimo que investigaciones como la que conforman el ensayo de Cristina Rossi ayudarán a desvelar cuestiones teóricas que aún están a la espera de ser estudiadas. Celebro que esta posibilidad forme parte de futuras exposiciones, que considero una importante herramienta para transmitir el trabajo de las historiadoras/es del arte, a la vez que implica una via de renovación de la disciplina.
Notas
[1] María Amalia García: «Lidy Praty y su instancia diferencial en la unidad del arte concreto» en Yente/Prati (cat. expo.), Buenos Aires, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, 2009, pp. 95-96. Entrecomillado en el original.