Torres García

Utopía y Tradición.

Buenos Aires, Eduntref, 2011.

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Cristina Rossi

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Es Doctora en Historia y Teoría del Arte de la UBA, donde es investigadora y profesora de “Historia del Arte Americano II”. Es profesora de “Relatos Curatoriales II” en la Maestría en Curaduría (UNTREF). Fue asesora del Parque de la Memoria de Buenos Aires e investigadora de la Secretaría de Ciencia y Técnica (UBA), de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y de la Fundación Espigas para Documents of 20th Century Latin American and Latino Art (ICAA) Museum of Fine Art Houston. Participa en libros y revistas nacionales e internacionales. Es curadora independiente, miembro del Centro Argentino de Investigadores de Arte (CAIA) y de la Asociación Argentina e Internacional de Críticos de Arte (AACA-AICA).





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Cristina Rossi; «Utopía y Tradición». En Caiana. Revista de Historia del Arte y Cultura Visual del Centro Argentino de Investigadores de Arte (CAIA).
N° 1 | Año 2012 en línea desde el 4 julio 2012.

Torres García. Utopía y tradición es el libro que acompañó las exposiciones sobre el maestro uruguayo y su legado, impulsadas por el Museo de la Universidad Tres de Febrero en el marco de su interés por presentar artistas clave para la historia del arte moderno. El proyecto también fue motivado por el deseo de realizar un homenaje in memoriam a Mario Gradowczyk (1932-2010), quien había sido colaborador del área de arte y cultura de esa institución. En este sentido, el libro despliega los relatos curatoriales e incluye un apéndice dedicado a este coleccionista e investigador en el área de las ciencias y el arte.

Centrado en la figura de Joaquín Torres García, dicho proyecto expositivo focalizó el ideario torresgarciano a partir de dos muestras: una a cargo de Gabriel Peluffo Linari, que vinculó las propuestas plásticas con el pensamiento del maestro bajo el título «La ciudad y los signos» y otra relacionada con la enseñanza y trasmisión de sus ideas, desarrollado por Laura Malosetti Costa en «Norte en el Sur. Legado de Torres García».

El recorrido visual de «La ciudad y los signos» abordó el tema a través de una cincuentena de obras entre óleos, dibujos y acuarelas sobre papel provenientes de diferentes instituciones públicas y privadas, que incluyó un conjunto de piezas de la colección de Mario y Felisa Gradowczyk. Al respecto, Peluffo Linari observó la importancia otorgada a las obras constructivas en dicha colección, así como el énfasis puesto en las visiones de la ciudad y la profusión del dibujo.

Su recorte curatorial propuso el seguimiento temático de la ciudad y, simultáneamente, un rastreo del tratamiento plástico que recibió a través del tiempo. Este abordaje bifronte, entonces, le permitió señalar los pasajes de ese ícono del mundo moderno que se fue insertando en el simbolismo universal del Arte Constructivo y, al mismo tiempo, le permitió desplegar las marcas a través de las cuales se fue manifestando una noción central en el programa torresgarciano, tal como ha sido el concepto de «estructura».

Profundo conocedor de los temas y de la bibliografía específica, Peluffo Linari propuso un recorrido que recuperó las observaciones de Juan Fló, respecto de las estructuras rítmicas que aparecen en los dibujos y las argumentaciones de Gradowczyk en su libro Torres García: utopía y transgresión, publicado por la Fundación Torres García en el año 2007. Pero, además, su texto curatorial instaló el tema en una trama densa que fue rescatando las representaciones del entorno urbano presentes en las reflexiones y correspondencia del maestro, en las ideas condensadas en sus libros, en su prédica constante recopilada en las lecciones y, por supuesto, a través de la imagen plasmada en diferentes soportes, entre los cuales la exposición presentó un conjunto de libros pertenecientes al patrimonio de la Fundación Torres García.

Por su parte, el relato curatorial de Malosetti Costa optó por presentar obras de los integrantes del Taller Torres García realizadas luego de la muerte del maestro, ocurrida en 1949. En este sentido «Norte en el Sur. Legado de Torres García» insertó la relación de los discípulos con el maestro en la historia del Taller pero desplegó en sala pinturas, maderas, tapices, cerámica, mosaico, dibujos y obra gráfica en las que se podía observar la variedad de propuestas surgidas cuando los artistas ya habían decantado o tomado distancia con respecto a sus enseñanzas. También se presentaron obras de Adolfo Nigro, alumno de José Gurvich y difusor de aquel ideario en la Argentina, de Alberto Delmonte de fuerte raigambre torresgarciana y del uruguayo Juan Antonio Cavo, que también frecuentó el taller del Cerro.

En ambos casos, me parece interesante situar la perspectiva de sus autores «en y desde» Montevideo. Si bien la ciudad ofrece la posibilidad de desplegar un tratamiento diacrónico -por supuesto, no excluyente en cuanto a temáticas posibles- que permite efectuar comparaciones y analizar en la secuencia, Peluffo Linari supo capitalizar ese proceso para plantear su posición crítica con respecto a las lecturas que han considerado que el constructivismo torresgarciano formulado hacia 1929-30 en Europa es la culminación del trabajo iniciado quince años antes.

Muchas veces provenientes de los países centrales, esas lecturas han tendido a soslayar la posición oscilante entre la «pintura-pintura», la «pintura construida» y la «pintura constructiva» de Torres García, que también se mantuvo en su período montevideano. De hecho, el borramiento de los matices y fluctuaciones en la obra del maestro uruguayo ha dificultado la posibilidad de penetrar en otros niveles de análisis a la hora de repensar la situación de sus discípulos y los «amores y desamores» que se suscitaron entre su entorno y la vanguardia concreta rioplatense.

La mirada de Malosetti Costa también adopta un punto de vista crítico con respecto a los estereotipos que escamotean o aplanan las diferencias que cada uno de los integrantes del Taller Torres García elaboró a partir de las mismas premisas plásticas. Sin duda hay una traza que aflora en el arte de estos artistas que, sin embargo, no debiera constituirse en el sello a través del cual «deben» leerse todas sus propuestas. De todos modos la autora también se plantea que el peso de ese sello se traduce en una suerte de «imagen Torres García» que, impresa en una parafernalia de objetos, constituye otro modo de interacción en el entorno cotidiano y vuelve a demostrar el carácter indeleble y duradero de la impronta torresgarciana.

El apéndice dedicado a Mario Gradowczyk redibuja su personalidad polifacética a través de cinco contribuciones. En la primera Diana Wechsler explora en su biblioteca la diversidad de intereses que lo atraparon y, luego, Pablo Jacovkis y Norberto Griffa despliegan su perfil intelectual. Con detalle presentan los pasajes desde aquel ingeniero que tempranamente mostró vocación hacia la investigación, se doctoró y se dedicó a la mecánica aplicada, hasta el coleccionista, curador y crítico que, anudando los vínculos entre la ciencia y el arte, se interesó por el arte abstracto y se volcó a una práctica que lo llevó a escribir varios volúmenes. Cierran esta semblanza Edward Sullivan y Jacqueline Lacasa, quienes desde la amistad y los proyectos compartidos, subrayan la incidencia de sus gestiones en la trama internacional.

Profusamente ilustrado con todas las obras exhibidas en las dos exposiciones, el libro cuenta con más de ciento treinta páginas que muestran el esfuerzo de esta editorial universitaria y ameritan nuestra entusiasta lectura.